miércoles, 4 de abril de 2012

Transformando mi ciudad



Por: MISAEL REYES

"Por amor a ti, Sión, no me quedaré callado; por amor a ti, Jerusalén, no descansaré hasta que tu victoria brille como el amanecer y tu salvación como una antorcha encendida." (Isaías 62: 1.)


Estas palabras corresponden a ISAIAS, Profeta de Judá. Su nombre significa «Yahvé es salvación». Su actividad se desarrolló sobre todo durante los reinados de Acaz y de Ezequías (736-687).

Por ahora solo me interesa reflexionar en la profundidad e implicaciones que  tienen estas palabras para nosotros en el día de hoy.

Deduzco por la pasión con que ISAIAS pronuncia estas palabras; que la situación que vivía el pueblo de Israel en aquel entonces, era muy difícil desde todo punto de vista. Una profunda crisis moral, social, política y religiosa; copaban la escena de aquel entonces. Es obvio por la firmeza con que asume el reto de no descansar hasta ver que la justicia brille como el amanecer. 

Hoy esas palabras siguen haciendo eco en nuestros oídos. Vivimos en un mundo de muchas complejidades. La maldad rebaso toda la capacidad humana para solucionar sus problemas. 

El mundo está en crisis. Las tensiones internacionales crecen cada día y los líderes políticos se sienten impotentes para dar  respuestas a la angustia que viven los pueblos, aun las mayores potencias mundiales. Ahora mismo estados Unidos vive una de las peores crisis de su historia, lo mismo esta sucediendo en los países Europeos. Economías que se consideraban solidas, ahora están en bancarrotas. Sus líderes Viven reuniéndose en grandes cumbres para buscar soluciones urgentes a la crisis que los afecta a todos, pero de allí salen peor que como entraron. No hay acuerdos.

Hoy se necesitan hombres y mujeres del calibre y el liderazgo de Isaias, hombres y mujeres con un corazón como el de Jesús,  que asuman el reto de no descansar, hasta que la justicia brille como el amanecer.
En este sentido,  todo nuestro esfuerzo, debe apuntar hacia la de restaurar y reconstruir todo aquello que se ha derrumbado; desde lo más sencillo hasta lo más complejo. No solamente desde la perspectiva humana, sino desde la perspectiva espiritual. Si se logra restaurar la mente y el corazón del individuo, el mundo va a experimentar cambios