domingo, 3 de junio de 2012

EXCUSAS Y MAS EXCUSAS



POR: MISAEL REYES

GÉNESIS 3:

11. Entonces Dios le pregunto:-¿Quién te enseño que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del cual yo te mande que no comieras? 12. El hombre le respondió:
-La mujer que me diste por compañera medio del árbol, y yo comí. 13. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: -¿Qué es lo que has hecho? Ella respondió: -La serpiente me engaño, y comí.
 La primera estrategia de Adán y Eva de ocultarse de la presencia de Jehová Dios, no les funciono. Cuando Dios les pregunta ¿Dónde estás? Adán responde: “tuve miedo, porque estaba desnudo”
Entonces Jehová Dios le pregunta: -¿Quién te enseño que estabas desnudo? Entonces Adán apela al recurso de la excusa para justificar su fracaso: -“La mujer que me diste por compañera me dió del árbol, y yo comí”.  Luego Jehová Dios pregunta a la mujer: -¿Qué es lo que has hecho? Entonces Eva también hace uso de su excusa y dice: -“La serpiente me engaño, y comí”
Aquí cada uno de los implicados, trata de pasarle la pelota a su compañero: El hombre a la mujer y  la mujer, a la serpiente.
Todos querían justificar su error, todos querían quedar bien ante Dios, los dos querían lavarse las manos.
Generalmente estas escenas se repiten en nuestros días. Muchas veces tratamos de ocultar nuestros fracasos echándole la culpa al otro. Expresiones como estas se oyen:
“La iglesia está mal, porque este pastor que tenemos, es un incapaz” “La iglesia no crece, porque el coordinador de evangelismo no está capacitado para ese cargo”
“Hermano, estoy así porque mi mujer no me ayuda en esta responsabilidad”
“Estoy pasando por esta prueba, porque el Diablo no me deja, siempre me pone trampas”
Y así pasamos el tiempo tratando  de justificar nuestros propios errores  ACUSANDO A OTROS.
QUE BUENA LECCION. La Palabra de Dios nos dice que: somos un cuerpo y todos miembros los unos de los otros. Que tenemos responsabilidades que compartir y aceptar juntos. Si la iglesia está en decadencia, también es tu responsabilidad,  porque se te  han dado dones y talentos para que ayude a su edificación y crecimiento.
Venimos muchas veces a la iglesia a sentarnos en una silla solo a ver los defectos de los demás, criticarlos y para ocultarnos de nuestros propios errores. Y al salir, la noticia sigue creciendo porque con quien nos encontremos, seguimos haciendo comentarios que para nada edifican.
Tengamos mucho cuidado al hacer acusaciones, porque nuestras palabras pueden convertirse en nuestro propio juez.