miércoles, 13 de junio de 2012

UNA BESTIA INDOMABLE



IGLESIA BAUTISTA HISPANA COLUMBIA
Falls Church, 03/06/2012
Rev. Julio Ruiz, pastor
Mensajes sobre la
Carta de Santiago

CITA BÍBLICA: (Santiago 3:1-13)

INTRODUCCION: ¿Cuántas palabras pudiera  hablar una persona al día? Bueno, un estudio científico ha revelado  que las mujeres hablan más palabras que los hombres. De hecho, ellas los superan hasta  tres veces, pues mientras en promedio ellas hablan unas 20 mil palabras al día, el hombre sólo usa 7 mil, es decir, 13 mil menos que la fémina promedio. Esto nos muestra cuán ocupado está este pequeño órgano antes de irse a dormir. Ahora bien de esas palabras que hablamos todos los días, ¿cuántas de ellas salen para consolar, bendecir, adorar o dar gracias? O, ¿cuántas son para herir, criticar, ofender, levantar un falso testimonio? ¿A cuántos de nosotros nos gustaría tener una lengua santificada? ¿A cuántos  nos gustaría tener una lengua que sea  usada para el reino de Dios, en lugar de ser instrumento del reino de las tinieblas? Todo parece indicar que la iglesia que pastoreaba Santiago habían  hermanos con problemas con su lengua. Observe el presente capítulo. No hay otro en la Biblia como él para describir,  con una variedad de analogías el poder que tiene este pequeño órgano de nuestro cuerpo, sobre todo si no es domado. La lengua puede ser el mejor instrumento para hacer crecer a nuestra iglesia en la medida que cada uno de nosotros testifica en el poder del Espíritu, haciendo que otros confiesen que Jesucristo es el Señor. Pero también puede ser el instrumento más dañino, cuando la usamos para chismear, descalificar y hasta ofender al hermano. Amados, nunca habían sido tan oportunas para este tiempo las palabras del salmista cuando  preguntó: Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo?”; siendo su respuesta el   “que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo…” (Sal. 15:1-3). Santiago comienza con una advertencia de hacerse maestro sin tener el llamamiento v.1, para luego decirnos que todos ofendemos con la lengua v. 2, siendo esto el tema central de este capítulo. Nos hará muy bien abordar el presente tema, porque una lengua domada es la mejor bendición para una iglesia. Descubramos la naturaleza de esta “bestia” para domarla y usarla para todo bien.

I.                    LA LENGUA COMO UNA BESTIA INDOMABLE POSEE UN PODER MÁS GRANDE QUE SU TAMAÑO v. 3-5

1. Parecido al freno del caballo v. 3. El caballo es un animal muy grande. Su fuerza ha sido usada para la guerra y para servir al hombre. Pero para ello el hombre ha tenido que usar el  freno, porque el freno lo para y lo dirige. El caballo irá hacia donde usted le indique, pero debe recordar que quien hace el trabajo  es el freno. El hombre ha hecho lo mismo con el mundo natural. Ha logrado tumbar grandes bosques, abrir  grandes canales, construir enormes edificios y sistemas de carreteras. Y sin embargo, hay una gran fuerza que el hombre solo no ha podido dominar; nos referimos al poder de la lengua. Así como el freno en el caballo, la lengua en la boca tiene un inmenso poder para construir o para destruir. Para levantar o para derribar.

2. Parecido al timón del barco v. 4. Aún el barco más grande es navegado por medio de un pequeño timón. Considere los portaviones, cuántas toneladas de carga llevan, y es el  timón que va por debajo del agua quien lo dirige. De igual forma, la lengua permanece oculta en su mayor parte, pero cuando “arranca sus motores” tiene un poder devastador. La lengua puede expresar o reprimir; liberar o restringir, iluminar u oscurecer; adorar o aborrecer; ofender o amistar; afirmar o enajenar, construir o menospreciar; deleitar o hacer llorar… Otra vez vemos el tremendo poder de la lengua. ¿Cuántas veces nos detenemos para pensar en lo que decimos? ¿Cuántas veces consideramos el efecto de nuestras palabras sobre la persona que nos están escuchando, o de quien estamos hablando? La lengua tiene un poder parecido al timón que quebranta los vientos y surca los mares. La idea es que ella  domina nuestro  cuerpo  y nos hace llevar para donde quiera. De eso se trata su naturaleza indomable. Santiago dice que nadie la ha podido dominar.

II.                LA LENGUA COMO UNA BESTIA INDOMABLE ENCIERRA UN MUNDO DE MALDAD  (v. 6-8)

1. Comparado con un fuego devorador v.6. La figura del fuego, para aplicárselo al uso incontrolado de la lengua, es simplemente elocuente. Nada es más espantoso que un voraz incendio. Cuando usted percibe el fuego,  huye para salvar su vida. En el versículo 5, Santiago describe lo que puede hacer una simple chispa. La metáfora se aplica al uso indiscriminado que hacemos al momento de hablar. Por ejemplo, usted puede destruir la iniciativa de sus hijos con una constante crítica. Usted puede destruir a su pareja si  nunca le reconoce las cosas que hace bien. Podemos destruir la reputación de un hermano a través de un chisme al  propagarse como chispas por el aire. ¿Sabe usted cuáles son las armas favoritas que Satanás usa para acabar con una iglesia? Las críticas, las quejas, los chismes, la difamación y las murmuraciones.  Satanás sabe usar la lengua para hacer gran daño a la obra de Dios. Ya el sabio había dicho anticipadamente que “la muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos” (Pr. 18:21). Una lengua no controlada es exactamente como un fuego que no puede ser extinguido. Y al igual que esos incendios que duran días para ser apagados, será difícil  apagar lo que una lengua indomable  incendió. Tenga cuidado con dejar caer una chispa.   

2. Comparada con un mundo de maldad v.6. Cuando Santiago notaba que algo anda mal en su iglesia, lo denunciaba e iba hasta el fondo como si se tratara de un abogado acusador. La forma cómo ha abordado el tema de la lengua nos muestra que la trató muy duro. En un solo versículo abunda en  descalificativos para mostrar cuánto daño hace una lengua indomable.  La increíble maldad de la lengua  se destaca en esta comparación. Observe que ella es un contaminante, como un depósito de material radioactivo, o un tiradero de basura en medio de un parque. El mismo infierno, símbolo de la actividad satánica, es el que enciende la lengua. Es decir que, a través de la lengua, se expresa el estado caído de nuestra naturaleza humana. Lo que Santiago describe acá, ya el  Señor lo había dicho: “No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre (Mt. 15:11). Así, pues, las cosas que decimos, y la manera cómo las decimos, demuestra si nuestro corazón está contaminado o no.

3. Comparada con veneno mortal (v. 7-8). ¿Sabía usted que el hombre ha podido domar los animales salvajes como leones, tigres, elefantes, etc.? ¿Ha visto  cómo los entrenadores  de un circo  logran que ellos le obedezcan? Pero la lengua, ese insignificante órgano, no puede ser domado. Y a esta  larga descripción y acusación que Santiago hace contra la lengua, nos dice que la lengua es un “veneno mortal”. Esto último  que Santiago ha mencionado para describir la naturaleza de esta “bestia indomable”, pareciera ser la cumbre de toda su exposición. Todos sabemos que  hay algunos animales, entre los que se incluyen serpientes, que inyectan un veneno mortal al momento de morder. Pero sin que nos demos cuenta, nosotros también llevamos consigo un veneno que llega a ser mortal. ¿Cómo es esto? Bueno, cuando mi lengua dejada suelta sin control comienzo a envenenar a otros con lo que estoy diciendo. Cuando usted habla mal de otra persona, ¿qué es lo hace? Pues comienza a descargar su veneno sobre ella, matando con eso su reputación, testimonio e integridad. Así que hay un asesino que está puesto en medio de nuestros órganos. Tenga cuidado al hablar, pudiera estar matando a otros con lo que dice. Hay muchas personas que se han alejado de la iglesia porque alguien mató su espíritu y su ánimo. Piense antes de hablar, puede haber veneno mortal en sus palabras. Sea tardo para hablar.

III.             LA LENGUA COMO UNA BESTIA INDOMABLE CAMBIA CUANDO CONOCE A JESUCRISTO  (9-12)

Hasta ahora el cuadro que nos presenta Santiago se ve muy desolador cuando se refiere a la lengua. La situación que le tocó vivir pareciera indicarnos que en esa iglesia nadie tenía la lengua buena. Da la impresión que aquella comunidad estaba compuesta por chismosos, murmuradores y difamadores. Cuando él habla que de una misma fuente no puede venir “agua dulce y amarga”, nos  muestra un lado negativo de la iglesia. Pero contrario a esto, la lengua si puede ser domada. Cuando alguien se hace creyente, necesariamente debe tener una lengua nueva, por lo tanto:

1. Un corazón transformado tiene una lengua santificada (Lc. 6:45). La razón por la que Santiago nos dice que con una misma lengua bendecimos y maldecimos, es porque en el corazón de quien habla no ha habido una transformación. Jesús nos presentó claramente esta situación. Él dijo que de “la abundancia del corazón habla la boca”. Eso significa que mi lengua hablará lo que le mande el corazón. Así que, si en mi corazón lo que hay es un basurero, eso será lo que hablo. Pero si mi corazón ha sido transformado por la sangre y el poder del Señor, mi lengua será usada para traer honra a mi Dios y para bendecir a mis hermanos. Lo que un creyente habla es lo que tiene en su corazón. La lengua delatará el tipo de cristiano que soy.

2. Una vida llena del Espíritu produce una lengua de alabanza (Ef. 5:18-20).  Santiago se dio cuenta  que habían hermanos de cuyo interior provenían dos fuentes: eran hermanos dulces, pero a la vez amargos. Aquello era una contradicción. Pablo nos dice que cuando un creyente es controlado por el Espíritu Santo, de su interior no vendrán dos fuentes. Jesús había profetizado que cuando el Espíritu morara en nosotros habría una fuente que saltaría para vida eterna. Así que una vida controlada por el Espíritu andará “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y con cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones…” (v. 20).  Entonces, la lengua si puede ser domada. La lengua de un creyente cuenta con el freno y el timón del Espíritu Santo. Así que el “mundo de maldad” puede cambiar en un mundo de bien.

3. Una vida llena de oración  produce una lengua sabia (Col. 4:6). Santiago termina su larga exposición acerca de la lengua diciendo que una mata  de higuera no puede producir aceitunas, pues su naturaleza es hecha para producir exclusivamente higueras. De igual forma, un creyente no puede producir dos clases de frutos, porque sería contrario a su naturaleza. Pablo nos habla de una lengua controlada por la oración. El presente texto me encanta. Por cuanto los versículos previos nos hablan de “perseverad en la oración”, el resultado se notará en el hablar. Se espera, por lo tanto, que el hablar de un creyente sea con “gracia”. Que su palabra sea “sazonada con sal”. Eso significa que cuando su lengua hable, le de sabor a lo que toque, que sea agradable su hablar. Note que el resultado de tener una lengua  “sazonada” es para que “sepáis como debéis responder a cada uno”. Así que, hermanos, sí se puede tener una lengua domada. Un cristiano de oración no perjudica a otros cuando habla, más bien lo bendice.

4. Una vida llena de la palabra produce una lengua pura (Ef.4:29).  Tengo la impresión que los creyentes a los que se dirige Santiago tenían un serio problema en su vida devocional. La descripción que ha hecho de  esa “bestia indomable” nos presenta esa verdad. ¿Pero acaso no esta la razón para no tener una lengua controlada?  Un creyente que no se alimentada con  la palabra viva de Dios usará otras palabras, y no es raro  que Satanás tome su lengua  y la use para corromperse a sí mismo y también a otros. Pero la amonestación de la Biblia es que “ninguna palabra corrompida salga de nuestra boca”. Usted tiene que saber lo feo que huele algo que se corrompe. Sin embargo, que agradable es un buen olor. Cuando hablamos debemos producir un grato olor  para “la necesaria edificación”. Si vivimos en palabra de Dios, la edificación será lo que siempre hablamos. De la boca de un creyente no debiera salir una palabra corrompida, una palabra ofensiva o  una palabra hiriente. Pero si debieran salir palabras de edificación.  
CONCLUSIÓN: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño… ”  (1 Pe. 3:10). Una lengua domada nos hará vivir tiempos felices, esto es para el creyente. Pero para el que no tiene a Cristo,  esto es lo que hay que hacer con la lengua: Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Ro. 10:9-10). ¿Quiere tener una lengua santificada? No deje que ella siga sin control en su cuerpo. Entréguesela hoy a su Señor “para ver días buenos”.