sábado, 4 de agosto de 2012

NO CAMBIES TU BENDICION


POR: MISAEL REYES

Génesis 25: 30 - 33
Luego de comer y beber, Esaú se levantó y se fue. De esta manera menospreció sus derechos de hijo mayor.

Entre los israelitas, el varón primogénito tenía privilegios especiales. Heredaba del padre el puesto como cabeza de la casa y recibía como parte de la herencia una porción doble.
Esaú perdió su primogenitura vendiéndola a Jacob por un poco de  guisado (Génesis 25:27-34 Hebreos 12:16).
En Israel, Rubén perdió su primogenitura por el pecado y sus hermanos Simeón y Leví perdieron la suya por violencia; y así, la bendición llegó a Judá (Génesis 49:3-10).
Cuantas bendiciones estamos dejando de recibir porque nuestros pensamientos irracionales (carnales) no están siendo disciplinados ni sometidos al control de Dios.
El hambre por las cosas materiales nos domina y nos ciega y nos lleva  cautivos tras el lucro, la comodidad y nos induce a cambiar nuestra primogenitura y nuestras bendiciones, por un poco de guisado rojo.
Cambiamos nuestros dones que han sido dados por Dios para edificación de la iglesia, por las ofertas efímeras de sistemas mundanos.
El hambre por alcanzar posiciones, nos hace perder la perspectiva divina, echando a rodar nuestros privilegios que como hijo de Dios el nos ha dado.
Cambiar nuestras bendiciones por los deleites que este mundo ofrece, puede costarnos muchas lágrimas que nunca alcanzaran para recuperar lo perdido.