martes, 25 de septiembre de 2012

UNA OBRA EN CONSTRUCCION


Rev. Julio Ruiz, pastor
Serie de Sermones
Basados en la Carta a los Filipenses

UNA OBRA EN CONSTRUCCION
(Filipenses 1:6; Jeremías 18:1-6)

INTRODUCCIÓN: Si usted tuviera la ocasión de cambiar alguna parte de su cuerpo, ¿qué  le gustaría cambiar? Esto lo decimos porque no son pocos los que están conformes con algunas partes de su cuerpo. Al respecto hay una mala y una buena noticia. La mala noticia es que ni usted ni yo podemos hacer más nada, a menos que se haga una reconstrucción plástica. La  buena noticia es que Dios no ha dejado de  trabajar en su vida, lo cual lo ha venido haciendo desde la eternidad. El asunto es que él no solo nos creo de acuerdo a su “imagen y semejanza”, sino que sigue trabajando en nosotros, por cuanto somos una obra en construcción.  ¿No es maravilloso pensar que Dios pudo haber acabado con el hombre hace tiempo y  en lugar de eso lo sigue cuidando? Así que el hombre, su más grande obra, la sigue construyendo. Por lo tanto, no somos cualquier cosa; Dios se tomo su tiempo en diseñarnos. Somos su obra maestra. Pablo es la mejor representación de lo que es esa “obra en construcción”. Nadie fue como él antes del encuentro con Cristo. Sin embargo, cuando tiene que hablar de la seguridad de salvación, y de la obra que el Señor hace en su vida, utiliza la palabra “persuasión”  para hablarnos de algo que es así, que está totalmente seguro. Pablo estaba persuadido que la obra que comenzó el Señor entre los filipenses, y que tenía que ver con su propia vida, no quedaría inconclusa. Esa obra no es como la que comienzan muchos hombres, que al no ser concluida, son monumentos a la desidia. Hablamos hoy de la obra más grande jamás construida, pero todavía no acababa: la salvación. ¿De qué se trata esa obra en construcción? ¿Por qué somos para Dios lo más grande de todas sus obras?

I.  ESTA OBRA EN CONSTRUCCIÓN ES UNA BUENA OBRA

Hay obras en construcción que ya son malas obras. Note que esta es “la buena obra…”
¿Por qué la salvación es una buena obra?

1. Es la obra que limpia de todo pecado. Satanás introdujo el pecado de la codicia y de la desobediencia en la inocente pareja del Edén. Desde entonces se conoció una de las sentencias más tristes que oído humano haya podido escuchar. El profeta Isaías la expresó así: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento” (Is. 64:6). Y el apóstol Pablo lo expresó así: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:23). Hubo muchos sacrificios antes que Cristo viniera. Sin embargo, ninguno de ellos compensaba  la justicia divina. El hombre iba en una condenación semejante a la de los ángeles que cayeron. Pero,  ¿qué sucedió? Escuche uno de los textos más sorprendentes de las Escrituras: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). La “buena obra” que Dios comenzó en nosotros tuvo que ver primero con el perdón de nuestros pecados. El grito más intenso de dolor que salió desde aquella cruenta cruz, “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?”,  nos habla del altísimo costo del perdón de nuestros pecados. El horror de aquellas horas se hizo aun más terrible, cuando tres de ellas fueron de oscuridad;  Dios ni vio ni auxilió a su Hijo en aquel momento. Todo eso los sufrió el Señor por nosotros.

2. Por la tarea que se nos ha dejado. Es importante que sepamos que Dios  perdonó nuestros pecados con un propósito. Esto quiere decir que todos nacimos para un propósito. A través de la sangre de Cristo, Dios nos aseguró el destino eterno. Pero nos ha dejado acá para cumplir con una misión histórica. Me gusta lo que ha dicho Rick Warren en su libro Una Vida con Propósito: “No eres un accidente. Tu nacimiento no fue un error o infortunio, tu vida no es una casualidad de la naturaleza. Tus padres no te planificaron; Dios lo hizo. A él no le sorprendió tu nacimiento. Es más, lo estaba esperando” (pág. 21). Amados, la “buena obra” que comenzó en nuestras vidas tiene que ver con este propósito. Lo triste será que pasemos por este mundo sin haber descubierto la razón por la que Dios nos ha salvado. El apóstol Pedro no lo pudo poner mejor cuando habló de lo que somos ahora para Dios, pero también del inigualable compromiso que ahora todos tenemos (1Pe. 2:9). Somos “reyes y sacerdotes” para anunciar las “virtudes” del que nos llamó.

3. Porque Dios desea compartir su gloria. Dios te creo y te salvó para que vivas con él para siempre. Sin embargo, Dios no tenía necesidad de habernos creado. Él podía vivir con o sin nosotros. Siempre ha tenido su gloria. Nuestra creación no alteró en nada lo que él es. Sin embargo, la razón por la que nos creo fue para que compartiéramos su gloria. ¿No es esto maravilloso? Una de las cosas que Cristo hizo con sus discípulos fue darles mucha información acerca del lugar de donde él venía. Les dijo que su reino no era de  este mundo. Les dijo que él y el Padre eran uno solo. A los fariseos lo confundió diciéndoles que antes que Abraham fuera ya él existía. Y cuando estaba para ir a la cruz les dio una de las más confortantes promesas (Jn. 14:1-2). Al final oró así: “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Jn. 17:22). De todo esto se desprende que la “buena obra” que el Señor está haciendo es para que seamos dignos ocupantes del reino de los cielos, llegando a ser semejantes a los ángeles.

II. ESTA OBRA EN CONSTRUCCIÓN TIENE UN  CONSTRUCTOR DIVINO

1. “El que comenzó en vosotros…”.  Si esta obra dependiera de nosotros jamás podía ser concluida. Somos dados a comenzar muchos proyectos, pero muchos se quedan en el camino. Piense por un momento en  las dietas que se ha propuesto hacer. Piense en algún estudio que ha querido terminar. Piense en algún trabajo que no ha podido concluir. Por nuestra propia naturaleza vemos que hay muchas cosas no concluidas. ¡Imagínese por un momento si esta “buena obra”, hablando de la salvación, dependiera de nosotros! ¡Quién pudiera ser salvo! Hay movimientos modernos que presuponen que el hombre puede salvarse por sí mismo. Mediante lo que se conoce como “el poder de la mente” pretenden hacernos ver que el hombre no necesita a Dios para alcanzar su propia salvación. Pero mientras más se dan estos intentos, el hombre descubre que posee una naturaleza corrompida que le impide hacer una “auto limpieza” del alma. Cuando el hombre trata de salvarse por sí mismo, la Biblia le recuerda que sus obras son “como trapos de inmundicia”. Solo Dios podrá cambiar nuestra naturaleza corrompida, nadie más lo hará.
2. La buena obra se consumó en la eternidad. A Dios no le tomó por sorpresa la caída del hombre. Si alguien pensó que Dios comenzó a preparar un plan para redimir al hombre al momento que este le falló, se equivoca. La “buena obra” del cual nos habla Pablo fue objeto de un considerado plan en la misma eternidad. Pedro y Juan nos hablan de un cordero sacrificado antes que el mundo  fuese. El constructor de esta obra la había preparado en algún momento de la eternidad. Semejante decisión nos habla de  una salvación anticipada. ¿Quién mató a Cristo? ¿Los judíos? ¿Los romanos? Sorpréndase con lo que dice Isaías 53:6, 10. Todos esto sucedió para que se cumpliera lo que más adelante Pablo, haciendo gala de su erudición y queriendo mostrarnos lo que significa esa “buena obra” originada en la misma eternidad, nos dijo: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Ro. 8:29, 30).  ¿Puede usted pensar en algo mejor que esto?
III. ESTA OBRA EN CONSTRUCCIÓN PRONTO SERÁ ACABADA

1. “…la perfeccionará…”. Un escultor ve a través de una tosca piedra o un pedazo de mármol  una obra consumada. Es así como los grandes genios de la creación han sacado figuras de ángeles y de seres humanos de lo que nadie podría imaginarse. Ellos han visto algo extraordinario en lo que para nosotros es ordinario. Dios es el escultor por excelencia. En el  principio tomó del polvo de la tierra e hizo una figura al que  después llamaría hombre. Luego le puso el soplo de su aliento y llegó  a ser un alma viviente. Pero Dios sigue trabajando en ese hombre que hizo al principio. Por cuanto el pecado dañó su obra, ahora está trabajando en su perfección. ¿Somos ya perfectos? ¡No! Pero Dios está trabajando. Jesucristo dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Hay muchas cosas en nuestras vidas que necesitan ser perfeccionadas por cuanto somos una obra en construcción bajo el diseño divino. Job lo expresó así: El, pues, acabará lo que ha determinado de mí; Y muchas cosas como estas hay en él” (Job 23:14).  La perfección significa que Dios en el pasado, nos libró de la culpa del pecado. En el presente, del poder del pecado y en el futuro, de la presencia del pecado. Es obvio que no somos perfectos, pero el texto dice que nos perfeccionará. Esa es la meta final del creyente.

2. “…hasta el día de Jesucristo”. Cuando Dios nos salvó comenzó la “buena obra”. En algunos el trabajo ha sido más fácil, mientras que en otros su trabajo requiere mucha paciencia. Hay que recordar que en el momento de la conversión el Espíritu Santo hizo su obra cuando fuimos “sellados para el día de la redención” (Ef. 4:30). Con esta seguridad Él ha seguido trabajando hasta formar a Cristo en nosotros. Sin embargo, ese trabajo no será completado sino hasta que Cristo venga. El texto nos dice que “el que comenzó en nosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Esta es una de las grandes promesas de la Biblia. El texto nos dice que  Dios no solo va finalizar esa “buena obra”, sino que la irá perfeccionando hasta ese día glorioso. ¿No suena esto maravilloso cuando pensamos en nuestro carácter, en nuestras debilidades, en nuestros altos y bajos, en nuestros estados emocionales? ¡Tenemos la seguridad que seremos mejores en el futuro! Dios “no se fatiga con cansancio” en esta obra. La venida de Cristo traerá cuerpos transformados y cuerpos resucitados. ¿Está usted persuadido de esto?

CONCLUSIÓN: Un día el Señor le dijo al profeta Jeremías que se levantara y fuera a la casa del alfarero (Jer. 18:1-6). Dice que mientras éste trabajaba en la rueda, la  vasija de barro que hacía se le  echó a perder en su mano. Pero que luego volvió e hizo otra vasija, con el mismo barro, según le pareció mejor hacerla. El Señor luego aplicó esto a Israel quien era como barro en sus manos. Dios podía hacer una vasija mejor de ellos. Esta es la verdad aplicada a la vida espiritual. El que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta que él venga. Muchas veces esa vasija se cae y se rompe y tiene que comenzarse otra vez. Algunas veces se usará la rueca para darle forma. Pero al final saldrá la obra para la cual Dios nos ha creado. ¡Ánimo, hermano, Dios no ha dejado de trabajar en ti! Lo hizo en Pedro  quien pasó de ser “Simón” (algo que se mueve con el viento) a “Pedro” (roca). Tú eres una obra en construcción, pero estás en las manos del Alfarero Divino. La más grande promesa es que “aquel quien la buena obra empezó
será fiel en completarla”. Dios no deja nada inconcluso. Lo prometió y lo hará.

LOBOS CUIDANDO OVEJAS


         
 Por: Misael Reyes

MATEO 7: 23

No todo el que me dice: “¡Señor, Señor!”, entrara en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Entonces le declarare: “Nunca os conocí”. ¡Apartaos de, hacedores de maldad!”

¡ABRAN SORPRESAS Y TAMBIÉN SENTENCIAS!

Muchos de los que hoy hacen alarde de sus poderes sobrenaturales para hacer milagros; van a sufrir “en aquel día” la más grande de las decepciones.
Muchos de los que hoy se autodenominan apóstoles y profetas y que se visten con el manto de una falsa espiritualidad, van a escuchar de los labios del propio Jesús, la más dura de las sentencias que sus oídos hayan escuchado y que merecen por sus actos de mentira y de engaño.

DESCRIPCIÓN DE LOS FALSOS PROFETAS.

Jesús describe a los falsos profetas como “LOBOS VESTIDOS DE OVEJAS” (7: 15) que vienen para aniquilar el rebaño. El aposto Pablo también los califico de lobos rapaces: “porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros LOBOS RAPACES que no PERDONARÁN al rebaño”. (Hechos 20: 29)

INGENUIDAD ESPIRITUAL: UN CAMPO ABONADO PARA LOS FALSOS PROFETAS.

Mucha gente esta impactada y embelesada por estos obradores de milagros, que sus mentes no les permite ver el engaño que se esconde de tras de su aparente santidad.

LAS MASCARAS SERÁN QUITADAS.

Por ahora, ellos seguirán con su cadena de engaño y mentira para arrastrar tras si a mucha gentes, pero llegara el día en que sus mascaras serán quitadas ante el Juez de los cielos. A pesar de que estos “lobos rapaces” profetizaban, echaban fuera demonios y hacían milagros; no son reconocidos por el Señor como auténticos siervos de Dios.

SEÑALES DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS.

Hoy estamos viviendo lo que podríamos llamar “la onda de los milagros” hoy se mide la calidad espiritual del predicador por los milagros y los brincos que da, mas que por el mensaje que predica. Cada día que pasa, aparecen nuevos profetas, hacedores de milagros y espiritistas en el mundo, que mezclan la verdadera esencia del evangelio con una especie de magia diabólica. Ya no se predica la salvación, sino milagros y sanidades, y mucha gente “cristiana” van en caravanas a rendirles pleitesías a estos mercaderes de la fe.

CONCLUSION.

Estas son señales de los últimos tiempos de que hablo el Señor a sus discípulos. Alerto seriamente a no dejarse engañar por ellos. Es por eso que se hace urgente que los verdaderos cristianos estemos alertas ante esta epidemia que amenaza a la iglesia de Cristo.

¿Quién eres? Es la pregunta que hace Jesús a los falsos profetas.