viernes, 25 de octubre de 2013

JUSTO CUANDO MÁS LO NECESITO


Rev. Julio Ruiz, pastor



INTRODUCCIÓN: ¿Te has preguntado por qué Dios espera venir a darnos  ánimo justo cuando estamos viviendo el  peor momento de nuestras vidas? ¿Por qué no viene antes o por qué no viene después? Bueno, el asunto es que  Dios no tiene prisa, y en algunos casos hasta  retrasa su venida cuando hay alguna situación donde se esperaba su presencia con urgencia. ¿Recuerda cuando murió Lázaro? Aunque él sabía de la gravedad de su especial amigo,  y de la muerte que venía en camino,  retrasó  el viaje dos día más porque su plan no era  sanar al enfermo, sino resucitar al que  moriría (Jn.11). La razón por la que el Señor llega cuando más lo necesitamos, y no tanto cuando nosotros queremos, es porque él tiene mejores cosas para darnos. Así tenemos que al Señor las circunstancias no lo presionan ni lo toman por sorpresa.  En el caso de Pablo, cuando todo pareció estar en el punto más crítico, Dios vino a  él. Vino justo cuando sus pensamientos podrían estar buscando alguna  respuesta y cuando experimentaría el dolor del golpe recibido. La aparición del Señor en aquella oscura cárcel fue la más importante  respuesta para aquellos que pensaban que  Pablo era un desamparado a quien nadie quería por ser muy malo.  Nunca dudes de la capacidad de Dios para venir a tu vida de acuerdo a cómo él lo ha programado. No  podemos evitar sentirnos angustiados, desilusionados y desanimados, pero Dios es capaz de proporcionar su luz  justo cuando más lo necesitamos. Confíe en el Señor que él enviará su dirección  cuando usted se sienta más confundido. Entonces, ¿por qué el Señor no viene antes para darnos ánimo cuando pasamos por una crisis? ¿Qué significa su activa  presencia cuando estamos encerrados, sufriendo por representar su nombre?
I.                   DIOS SE HACE PRESENTE PARA ANIMARNOS EN  LOS MOMENTOS DE MAYOR CRISIS EN LA VIDA 
1. “A la noche siguiente se le presentó el Señor…”  v.11. ¿Se dio cuenta de este detalle? El Señor no vino cuando Pablo pasó la primera noche en el “hotel presidencial”, sino la segunda noche,  cuando ya tuvo tiempo de reflexionar, orar y descansar en el Señor. No sabemos qué pensó Pablo en esa primera noche en la fortaleza, pero conociendo su carácter no creemos que estuviera allí quejándose. No se preguntó si era la voluntad de Dios haber ido a Jerusalén o si les hubiera hecho caso a sus amigos que le rogaron que no fuera. Lo que si creemos es que él estaba convencido que aunque estaba preso en esas cárceles romanas, no aptas para un ciudadano como él, el Señor acudiría en cualquier momento para apoyarlo. Y así sucedió. Cuando usted pasa por alguna crisis seguramente le gustaría contar en ese momento con alguien muy especial, pero la  verdad es que no siempre se da eso. Cuánto desea un hijo o una hija  la presencia de su madre o su padre en un momento de crisis, pero nada es más confortable que al lugar donde padecemos acuda el mismo Señor para fortalecernos y animarnos. Nada supera su presencia.
2. “Ten ánimo…” v. 11b. Aunque si bien es cierto que Pablo tenía un carácter indoblegable (hablando ahora positivamente), él era un ser humano. Y si el Señor le dijo que tuviera ánimo es muy probable que en esa segunda noche Pablo estuviera desanimado. Pero, ¿qué pudo desanimar a un hombre con su temple y talante? No fue por estar encerrado, pues ya había pasado por eso con un ánimo que contagió a los demás presos (Hch. 16:11-40).  Tampoco estaba desanimado porque podían venir a cortarle la cabeza antes de tiempo, pues ya había declarado hasta donde estaba dispuesto (Hch. 20:24). Es probable que un eventual desánimo pudiera haber venido por la dureza de corazón de su propia gente, quienes obstinadamente rechazaban el mensaje de la cruz. En Romanos 9:1-3, Pablo habla de su amor y pasión por su gente, hasta querer hacerse anatema para ganárselos a todos. Así que el Señor le dio las palabras más importantes: “Ten ánimo, así como lo has hecho bien en Jerusalén, también lo harás en  Roma”. Las palabras “ten ánimo”  son las que necesitamos porque con frecuencia somos presa del terrible mal del desánimo. En algunos este mal es más frecuente que en otros. Ten ánimo cuando el médico te dé un mal diagnóstico, cuando pierda su trabajo, cuando te reprueben en tus clases, cuando tenga una desilusión sentimental, cuando tu estado inmigratorio no avance… tenga ánimo porque las mismas consolaciones divinas que sostuvieron a Pablo, lo harán con usted. No se desanime porque a usted lo respalda el mismo Dios que hizo los cielos. Aprópiese de su fortaleza y avance.
II.                DIOS SE ACERCA  PARA DAR ÁNIMO CUANDO POR SU CAUSA PADECEMOS  INJUSTAMENTE
1. Golpeado por hablar bien v. 2, 3. La integridad se enfrentará siempre con  la arrogancia donde quiera sea exhibida. Tratar de callar un testimonio intachable ha sido la tarea del enemigo, representado acá por este malvado sumo sacerdote. Dice el comentarista  Hacket que el método de silenciar al orador, golpeándole en la boca,  es común en el oriente hasta hoy día. Este hombre, como juez que representaba a Dios, cometió un acto infame al mandar a golpear a Pablo al principio de su defensa sin escuchar sus argumentos. Los escritores de aquel tiempo describen la acción  de Ananías como típica de un hombre cruel y rapaz, completamente indigno de su oficio. Pero como se va a notar, esta acción no silenció al hombre que estaba persuadido de seguir hablando la palabra de Dios en presencia de estos religiosos, los intérpretes de la ley. ¿Cuál hubiera sido su reacción si al comienzo de su testimonio le den la bienvenida con un golpe en la boca? ¿Seguiría hablando? Hay tantas cosas que producen el desánimo y el ser tratado injustamente es una de ellas. Frente a esto, escuche la voz del Señor: “Ten ánimo”. 
2. Disculpando al ofensor v. 5. Pablo, cual boxeador dentro de un ring, se había acostumbrado a recibir golpes de sus contrincantes donde se daban sus debates teológicos. Y en Jerusalén estaban dadas las condiciones no solo para ser golpeado sino también para ser  asesinado. Lo primero que hizo para provocar la ofensa fue mirar “fijamente al concilio”, con una mirada de consciente integridad y coraje, como buscando dentro de ellos a alguien que le reconociera para comprobar la calidad de su testimonio. Y fue, en efecto, la presentación de un testimonio  intachable que despertó la ira del sumo sacerdote. “¿Por qué me golpeas?” o “¿Por qué abusas de tu autoridad?”, pudo ser la pregunta de Pablo, sobre todo por la forma cómo recrimina al ofensor v. 3. Pero observe la capacitad de rectificación de este apóstol, sobre todo cuando se dio cuenta que era el sumo sacerdote v. 5. ¿Cómo actuaría usted en ese momento? ¿Qué tan rápido rectifica usted frente a una ofensa cometida? Al final Pablo sabía que lo que él dijo (v. 3), Dios se encargaría de hacer justicia. En la caída de Jerusalén, el año 70 d C, Ananías fue asesinado. No se desanime si sufre injustamente, Dios no pasa por alto ni olvida las ofensas a sus hijos.
III.             DIOS  SE ACERCA PARA DARLE ÁNIMO CUANDO VE QUE USTED ES UN VALIENTE CONFESANDO SU NOMBRE 
1. Predicando sobre la resurrección v. 6. Hay un mensaje que siempre producirá reacción entre la gente y ese es el de la resurrección. Para algunos es más fácil creer en la reencarnación que en la resurrección, sobre todo la que ha sido anunciada y dejada por Cristo. Como Pablo era un maestro en el dominio de todos los escenarios, después que fue golpeado se percató quiénes eran sus oyentes, y con una audacia muy propia de su formación, produjo una división entre los presentes, aprovechando que allí estaban los fariseos, sus antiguos colegas. Así que Pablo, sabiendo las diferencias entre los fariseos y los saduceos, pues mientras los fariseos creían en la resurrección y en la vida futura, los saduceos rechazaban  estas creencias, aprovechó el momento para dividirlos. El resultado fue un reconocimiento a su favor, pues los escribas tuvieron que decir: “Ningún mal hallamos en este hombre…” v. 9. ¡Qué veredicto para alguien que se llame cristiano! Cuando tenemos el coraje y la valentía de hablar de la esperanza de la resurrección de Jesús, sin avergonzarnos, ese  mensaje causará división, pero al final escucharemos las mismas palabras que le dijo el Señor a Pablo: “Ten ánimo…”. Que ninguno de nosotros padezca por hacer el mal, pero si lo hacemos por predicar a Cristo, el Señor nos alentará a seguir adelante. 
2. Aprovechando el momento v. 6. Ya hemos hablado de la crueldad y el acto ilegal de este sumo sacerdote de golpear a Pablo  cuando comenzó a hablar. El verbo  “golpear” que se utiliza acá es el mismo  que Lucas describe cuando  Pablo  fue atacado por una turba según Hechos 21:23, y también es el mismo verbo que se usa para los golpes que le dieron los solados a Jesús (Mt. 27:30). Por lo tanto aquello  no fue una simple bofetada, sino un embate encarnecido. El asunto es que un golpe de ese tipo era humillante, capaz de producir el más grande desánimo y salir de aquel lugar resentido. ¿Cómo habría reaccionado usted ante un golpe así? ¿Le darían ganas de seguir hablando? Pero Pablo, como alguien que no quiere ni perder tiempo ni pasar por alto el momento, se reviste de un gran coraje y valentía, y alzando su voz  para que supieran que nadie le hacía callar, predicó en el concilio, el lugar más emblemático para hablar de Cristo. Simplemente aprovechó el momento. Esta es la acción que más cuenta con el  respaldo del cielo. Quiero decir que la valentía, y no la cobardía para hablar del Señor sin avergonzarse de su nombre, tiene el más completo respaldo de su presencia. ¿Se ha preguntado por qué fue en la Gran Comisión que el Señor les dijo a sus discípulos que estaría con ellos todos los días hasta el fin del mundo? Porque es el trabajo que más demanda su protección y el traerá sus recompensa.
IV.             DIOS SE ACERCA PARA DARTE ÁNIMO CUANDO PERCIBE LOS PELIGROS QUE PUEDEN ARRUINAR SUS PLANES
1. Salvado por el  “tribuno” v. 10. Pablo es un caso insólito en la Biblia y especialmente en la historia de la iglesia del primer siglo. Donde se hace presente hay conflicto, división, movimiento, soldados, peligro, amenazas, celos, golpes, azotes y un sinfín de resultados impredecibles. Ningún otro hombre despertó tantas pasiones y encendió la ira de sus adversarios como él. Fue el hombre muy  amado por sus discípulos, pero extremadamente odiado por su propio pueblo. Este  pasaje nos muestra a un Pablo  más seguro en la cárcel  que fuera de ella. El peligro, pues, era inminente. Pero es aquí donde interviene el Señor. Pablo pudo ser “despedazado”, pero la pronta intervención de Dios a través del tribuno, logró su escape. Hemos dicho que Dios se vale de todos los medios para lograr sus fines. Me llama la atención, por ejemplo, que él usó algunos animales para hablar, disciplinar y alimentar a sus siervos. Así tenemos que una asna le habló a un profeta irreverente (Nm. 22:28). Unos cuervos alimentaron a un profeta hambriento (1 Re. 17:6) Y un pez disciplinó a un profeta desobediente (Jonás 1:17). Así, pues, no es extraño que ahora use a un importante oficial romano para que salve a su apóstol. Dios conoce el peligro que nos acedia  y estará allí para liberarnos. ¡Anímese hermano!
  
2. Salvado por el sobrino  v. 12, 16. ¿Se ha preguntado por qué  Dios no envió un ángel para destruir a los cuarenta hombres que se habían juramentado hasta dar muerte a Pablo? o ¿por qué Dios usó a un muchacho? Bueno, por lo mismo que hemos dicho. Dios es soberano y demuestra que no se le escapa nada al momento de defender y alentar a sus hijos. Muchas cosas se han dicho de la aparición de este sobrino de Pablo, pero el asunto es que vino justo cuando más lo necesitaba. Y  esto es el corazón de este mensaje. Cuarenta hombres se habían hecho un juramento que incluía el ser  “anatemas” o  malditos, hasta que  dieran muerte a este hombre (v. 13). ¿No era esto una exageración así, como el plan que tramaron  contra un inofensivo apóstol? Pero Dios puso al sobrino de Pablo en el momento cuando él estaba en el mayor peligro. Con esto quedó comprobado que hasta ahora nadie  ha estropeado el plan de salvación que Dios ha diseñó para que se predique su evangelio. Los hombres de Dios mueren cuando él quiere, no cuando otros lo planifiquen. Cuando Dios se acerca y nos dice: “Ten ánimo…”,  es porque sabe que nada ni nadie podrá arruinar nuestras vidas, ni el propósito que el Señor tiene con ellas.  
CONCLUSIÓN: Justo cuando  más necesitó del Señor, Pablo  contó con él v. 11. Lo primero que el Señor hizo fue venir personalmente. No envió a uno de sus mejores ángeles,  sino que vino en persona. Vea que vino de noche, eso significa cuando la prueba era más adversa. Él no vino para cuestionarlo por no haber hecho caso a las advertencias de ir  a Jerusalén, sino para animarlo a seguir adelante. Estas fueron sus palabras: “…como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma”. Amados hermanos, cuando nos comprometemos con el Señor, él se compromete con nosotros: “Nunca te desampararé, ni te dejaré” (He. 13:5,6), nos dice la bendita promesa. ¿Qué le desamina ahora?  ¿Hay alguna prueba que lo ha llevado a sentirse preso y se encuentra en el más fuerte sufrimiento? Saque el coraje que hay en usted, pues así como ha sido fiel hasta ahora, la meta es serlo hasta la muerte.  La promesa es que el Cristo que nos da la victoria hoy,  nos las dará en el futuro.   Amén.