viernes, 6 de enero de 2017

DIA 3. De la transgresión a la Restauración


Por: Misael Asarias Reyes Bonilla.
Cita Bíblica: Génesis 3: 8, 21


Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.

La creación que había sido concluida totalmente sin obviar detalles, es ahora empañada por la nota triste de la presencia de la serpiente. (diablo o satanas)
La luna de miel, se convierte en la más dolorosa y amarga experiencia del incipiente matrimonio.

Movidos tal vez por la curiosidad de probar nuevas experiencias, optaron por aceptar las ofertas engañosas del tentador (diablo o satanas) Avergonzados por su transgresión tratan de ocultarse de Dios quien va en  búsqueda de criaturas para juzgarles severamente y  brindarle su perdón y cubrirlos con su inmenso amor.

Dios nos ha provisto de todas las bendiciones posibles para nuestro bienestar espiritual, nos ha dado principios, leyes, normas y su palabra para que vivamos sin necesidad de estar probando nuevas experiencias que solo  conducen al debacle y ruina espiritual de la familia, de la creación misma, de nuestra propia vida y la de otros.

A pesar que caemos muchas veces en errores, y que nuestra falta de convicción y de temor a Dios nos lleva a cometer  pecados premeditados y de omisión; Dios siempre sigue paseándose entre nosotros, no para aplastarnos, tampoco para aplaudir nuestros desaciertos,  viene para levantarnos, ayudarnos a levantarnos y sanarnos de las heridas que el enemigo causa en nosotros.

El hecho de que Dios nos perdona completo, eso no nos da licencia para seguir pecando cuantas veces se nos antoje, él es el Dios de amor, pero también sabe usar muy bien la disciplina para corregirnos cuando pecamos.

La mejor forma de demostrar que amamos a Dios, es viviendo una vida de santidad, alejados de todo aquello que ofenda su carácter santo y su majestad.

Cuando quitamos los ojos de Jesus, estamos propensos a caer en la trampa de las ofertas engañosas de la serpiente. Si quitamos la mirada de Jesus, es posible que en nuestro caminar sobre las aguas, nos hundamos y le neguemos muchas veces.
Rectificar y levantarnos, es el paso que nos guiara al encuentro de un Dios amoroso para sentir nuevamente su abrazo de perdón.