domingo, 22 de enero de 2017

Dia 12. ABRAHAM EL PADRE DE LAS MISIONES


Por: Misael Asarias Reyes Bonilla
TEXTO BIBLICO: GENESIS 12: 
1. Pero Jehová había dicho a Abram: vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostrare. 4. Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.5… y a tierra de Canaán llegaron. 
Abram vivía en Ur de los caldeos con su padre Tare. (11: 31) Tenía todas las comodidades que pueda aspirar cualquier humano en esta tierra: bienes, riquezas y ganados. Allí paso sus primeros años de vida junto a su padre  y sus hermanos menores, Nacor y Harán.
Un día Tare su padre con toda su familia, (11: 31.) decide levantar tienda desde Ur de los caldeos para ir hasta la tierra de Canaan. Todo este movimiento y cambio de residencia obedecía a los propósitos de Dios para Abram de salir de su  “tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. (12: 1)
No hubo preguntas por parte de Abram, tampoco comentarios para condicionar su partida a esa tierra que no conocía, solamente se limitó a obedecer y se fue como Jehová le dijo y llego a tierra de Canaán. 

Al llegar a esta tierra, Abram no se preocupó en construir una mansión para él y Sara, tampoco donde acamparían las gentes que le acompañaba y donde comería su ganado. Los primero que hace Abram al llegar a la tierra de Siquem, fue construir un altar a Jehová quien se le había aparecido. Hay aquí muchas lecciones que aprender y que pueden servirnos como base si queremos tener ministerios fructíferos. 
1.     OBEDIENCIA. Abram obedeció fielmente la voz de Dios al dejar su tierra y sus comodidades en Ur para ir a un lugar inhóspito.
Hay hoy muchos creyentes que sienten deseos de servir al Señor, y dicen: “si yo tuviera tiempo” haría esto o aquello e iría a donde el Señor me envíe,  pero están amarrados, sus riquezas terrenas, sus trabajos, sus estudios, su familia y sus amigos son su primera prioridad. Son ataduras que no les permite avanzar, el miedo los acosa y los detiene.

2.     FE. Abram fue un hombre que tenía profundas convicciones en las promesas de Dios.
La fe de muchos misioneros en el día de hoy se hace fuerte en la medida que aumentan las bonificaciones, los sueldos, los viáticos, las ofrendas y DIEZMOS y todos los beneficios de ley. No Salen a las misiones, si primero no se les garantiza comodidades para ellos y su familia.

3.      ENTREGA. Abran hizo de la adoración a Dios, un estilo de vida.
Vivimos en una época de competencia. Estamos en una carrera para ver quien llega más lejos, quien alcanza las metas más elevadas, quien acumula más dinero, quien logra escalar las mejores posiciones.
 Esta fiebre de competencia santa, ha enfermado a la iglesia al punto que esta se ha involucrado en mucha cosas. Es decir, hay un afán por codearse y competir con el mundo en cualquier terreno, ya sea político, las artes, las ciencias o el campo de los negocios. Ya eso de dedicar un tiempo para Dios, lo dejo para después que finalice la faena del día, lo del altar familiar, lo hacemos después que veamos toda la basura de la televisión. Hay muchas cosas que estamos haciendo que parecen buenas pero le están quitando el primer lugar a Dios.
Abram, lo primero que hizo al llegar a esa tierra, fue construir un altar a Dios donde él, su familia y la gente que le acompañaban pudieran rendir adoración al Creador de sus vidas. Con razón a Abram se le llama el padre de la fe o porque no el padre de las misiones.  


Día 11. LA IGLESIA, ¿UNA BABEL MODERNA?


Por: Misael Asarias Reyes Bonilla
Texto Bíblico: Génesis 11:

9. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.

Los que se establecieron en la llanura de Sinar, fueron los descendientes de los hijos de Noé. (10: 32)

Un día, por unanimidad, deciden construir en esa llanura una ciudad cuyo centro de atracción sería una “torre cuya cúspide llegaría al cielo”.  Ellos no estaban jugando, estaban decididos a terminarla y a cumplir sus propósitos. Tenían unas características que eran vitales para el logro de sus propósitos: eran uno, tenían un mismo lenguaje y tenían la decisión de terminar esa obra.
Dios le había dicho a NOE y a sus hijos “Mas vosotros fructificad y multiplicaos; procread abundantemente en la tierra, y multiplicaos en ella” (9: 7) y ellos dijeron: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.” Dios observo la ciudad  y la torre que construían y reconoció que ellos estaban decididos a concluir ese mega proyecto. El propósito de Dios era que ellos poblaran  la tierra, no que ellos construyeran.
Hay aquí muchas lecciones que podemos aprender para nuestra edificación y nuestro crecimiento cristiano.
Primero, muchas veces creemos que todas las cosas que emprendemos son la voluntad de Dios, y no es así. Muchas veces queremos construir no de acuerdo al modelo de Dios y comenzamos a echar nuestras propias bases sin buscar la dirección del Señor.
Segundo, Dios tiene que frustrar las decisiones que nosotros creemos correctas porque no están bajo su voluntad ni cumplen su propósito.
Tercero, las cosas que se hacen fundamentadas en nuestras propias fuerzas e intelecto, no llegaran muy lejos,  porque entorpecen sus planes.
Cuarto, el propósito de Dios era repoblar una tierra con gentes, no edificaciones ni construcciones ostentosas, Dios está interesado en sus hijos no en arquitecturas.
Babel significa, confusión. Dios confundió allí sus lenguas con un propósito sano y para bendición. En contraposición a esto, podemos decir ahora que el diablo también confunde las lenguas de los cristianos para que el propósito de Dios no avance.
La Biblia dice que a los creyentes se les dio el mandamiento de llenar  el mundo con el mensaje de Cristo. (Mateo 28: 19, 20
La Palabra de Dios nos dice que la iglesia es un solo pueblo, (Efesios 2: 14) y que todos debemos hablar una misma cosa, (1ª Cor. 1: 10) ser de un mismo sentir, (1ª Pedro 3: 8; 2ª Cor. 13: 11) y guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. (Efesios 4: 3).
Este es el deber ser de iglesia, estaba en los planes de Dios conquistar al mundo por la unidad de un pueblo unido. La orden expresa fue: “ID” pero el enemigo se ha encargado de confundir nuestra lengua,
De repente, comenzaron a gestarse  en  nuestras mentes la idea de empezar a construir también nuestras torres, y comenzaron a existir las tribus y nos dividimos en territorios denominacionales y nos hemos aislado marcando nuestras fronteras. Se  confundió nuestra lengua, no nos entendemos, y ya no hablamos el mismo lenguaje, y hemos entrado en una confusión tremenda que aleja a las gentes de Cristo, y en vez de contribuir a la extensión del Reino de Dios en la tierra, lo que hemos conseguido es debilitarlo.
¿No le parece que la escena de Babel se asemeja a algo que llaman iglesia? ¿No le parece que estamos viviendo en una Babel moderna que se llama la iglesia? Parece que la unidad por la cual oro Cristo antes de su muerte, sigue siendo un sueño no hecho realidad. 


Que Dios nos permita reencontrar el rumbo y cruzarnos otra vez en el camino que perdimos,  que podamos mancomunar nuestros esfuerzos por amor a un mundo que gime y se hunde cada día en el pecado. Dejemos ya a Babel, es decir, la confusión reinante y pidámosle a Dios “alimento sólido para alcanzar la madurez y ejercitar nuestros sentidos en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5: 14)