TEXTO BIBLICO: GENESIS 26: 35
La vida de Isaac y posteriormente la vida de Jacob, estuvieron
mezcladas de conflictos familiares. Una vida donde el engaño, el
soborno, el chantaje y la envidia, están a la orden del día y parece ser
la vía para alcanzar – incluso – hasta las bendiciones.
Estos conflictos empiezan con la misma esterilidad de Rebeca, y ¡vaya que tipo de conflicto representa esto para un hogar!
Dios responde la oración de Isaac, y Rebeca concibió, pero desde el
mismo vientre, los niños luchaban entre sí. La reacción de Rebeca ante
este problema parece sembrar en ella la frustración y la desesperanza.
En su consulta con Jehová, este le responde:
“Dos naciones hay en tu seno, dos pueblos divididos desde sus tus
entrañas. Un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor
servirá al menor” (Génesis 25: 23)
En el nacimiento de estos, se libra también una batalla que continuo
de manera repetida; primero cuando Esaú cambia su primogenitura por un
potaje que Jacob había preparado y más tarde, cuando Rebeca en
complicidad con su hijo, engañan a Isaac para que este le diera la
bendición a Jacob.
Fue una lucha por la supremacía del uno sobre el otro sin saber que detrás de todo esto, se movía la mano de Dios.
Esta lucha no ha terminado y continúa aun con nuevos protagonistas,
con más fuerza, con nueva tecnología, con armas sofisticadas. Una lucha
de dos pueblos que empezó en el vientre de Rebeca y que se ha extendido
hasta nuestros días, y que culminara en un conflicto de proporciones
gigantescas que afectara a todo el mundo.
Lo que comenzó por un simple “guisado de lentejas” se convirtió en
un conflicto familiar que ha tomado dimensiones de grades proporciones y
que hoy en pleno siglo XXI tienen al mundo al borde de un conflicto
nuclear.