Por: Misael Asarias Reyes Bonilla.
Cita Bíblica: Génesis 3: 8, 21
Y oyeron la voz
de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su
mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del
huerto.
Y Jehová Dios
hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.
La creación que había sido
concluida totalmente sin obviar detalles, es ahora empañada por la nota triste
de la presencia de la serpiente. (diablo o satanas)
La luna de miel, se convierte en la
más dolorosa y amarga experiencia del incipiente matrimonio.
Movidos tal vez por la curiosidad
de probar nuevas experiencias, optaron por aceptar las ofertas engañosas del
tentador (diablo o satanas) Avergonzados por su transgresión tratan de
ocultarse de Dios quien va en búsqueda de
criaturas para juzgarles severamente y brindarle su perdón y cubrirlos con su inmenso
amor.
Dios nos ha provisto de todas las
bendiciones posibles para nuestro bienestar espiritual, nos ha dado principios,
leyes, normas y su palabra para que vivamos sin necesidad de estar probando nuevas
experiencias que solo conducen al
debacle y ruina espiritual de la familia, de la creación misma, de nuestra
propia vida y la de otros.
A pesar que caemos muchas veces en
errores, y que nuestra falta de convicción y de temor a Dios nos lleva a
cometer pecados premeditados y de omisión;
Dios siempre sigue paseándose entre nosotros, no para aplastarnos, tampoco para
aplaudir nuestros desaciertos, viene
para levantarnos, ayudarnos a levantarnos y sanarnos de las heridas que el
enemigo causa en nosotros.
El hecho de que Dios nos perdona
completo, eso no nos da licencia para seguir pecando cuantas veces se nos
antoje, él es el Dios de amor, pero también sabe usar muy bien la disciplina
para corregirnos cuando pecamos.
La mejor forma de demostrar que
amamos a Dios, es viviendo una vida de santidad, alejados de todo aquello que
ofenda su carácter santo y su majestad.
Cuando quitamos los ojos de Jesus,
estamos propensos a caer en la trampa de las ofertas engañosas de la serpiente.
Si quitamos la mirada de Jesus, es posible que en nuestro caminar sobre las
aguas, nos hundamos y le neguemos muchas veces.
Rectificar y levantarnos, es el
paso que nos guiara al encuentro de un Dios amoroso para sentir nuevamente su
abrazo de perdón.