POR; MISAEL ASARIAS
REYES BONILLA
TEXTO BIBLICO: 2º
REYES 19
15.
Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras
entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú
hiciste el cielo y la tierra. 16.
Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye
las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.
La arrogancia y la prepotencia, son síntomas de un
corazón enfermo, y desequilibrado; que confía en sus fuerzas para sembrar el
temor y aplastar a los más débiles.
Senaquerib, cuyos ejércitos habían capturado todas
las ciudades fortificadas de Judá, envió un mensaje a Ezequías para que se
rindiera ya que la resistencia era inútil.
Dándose cuenta de que la situación era desesperada,
Ezequías fue al templo y oró. Dios contestó la oración de Ezequías y liberó a
Judá al enviar un ejército para atacar la capital asiria, forzando así a
Senaquerib para que saliera de una vez.
La oración debe ser nuestra primera respuesta en
cualquier crisis. No espere hasta que se pierda toda esperanza en la situación.
Ore diariamente por su dirección. Nuestros problemas son oportunidades para
Dios.
La oración de Ezequías
nos proporciona un buen modelo. No debemos temer acercarnos a Dios con nuestras
oraciones, sino que debemos ir a El con respeto por lo que El es y por lo que
puede hacer.
Es arrogante pensar
que nosotros solos somos responsables por nuestros logros. Dios, como Creador,
gobierna sobre las naciones y las personas.
Ezequias supo confiar
en Dios, su fe en el creador, hizo posible que Dios actuara a su favor.
Mientras se mantenga
una pequeña chispa, puede volverse a encender un fuego y avivarlo hasta que
llegue a ser un incendio colosal.
De la misma manera, si
tan sólo un pequeño remanente de verdaderos creyentes retiene la chispa de la
fe, Dios puede reconstruirla y volverla una nación fuerte.
Y si sólo una pizca de
fe permanece en un corazón, Dios puede utilizarlo para restaurar una fe
abrasadora en ese creyente.
Si siente que sólo le
queda una chispa de fe, pida a Dios que la use para reavivar un fuego abrasador
de compromiso hacia El.