Por Misael A
Reyes Bonilla
Genesis 2: 23
“…y subió a Dios el CLAMOR de ellos con motivo de su servidumbre”.
El diccionario define la
palabra clamor como (1) “Conjunto de voces y gritos
proferidos con vehemencia por una multitud, en especial para quejarse de algo,
pedir algo o aclamar a alguien”. (2) “Gritos de dolor o queja.”
Muchas son las razones por las cuales vivimos angustiados y sentimos
en nuestro ser el peso del dolor. Familias que sufren los rigores del hambre,
de la discriminación. Pueblos azotados por tormentas y otros embates de la
naturaleza. Países sometidos a dictaduras oprobiosas y además viven la zozobras
causadas por grupos terroristas que los torturan y los asesinan sin piedad. Pero
como si esto fuera poco, potencias que abusando de su poderío militar, subyugan
pueblos, invaden naciones, siembran pánico y destruyen países enteros sin
importarles el dolor de hombres, mujeres
y niños.
Desde tiempos antiguos, los débiles han sido sometidos por
los más fuertes, esclavizándolas a vivir vidas miserables.
El pueblo de Israel es un caso típico de lo que he venido
planteando en esta breve reflexión. Fue esclavizado por un poder brutal y diabólico
que los maltrataba y los sometía a duras
faenas y fuertes torturas, hasta que un día “subió a Dios el CLAMOR de ellos con motivo de su servidumbre” y Dios desde los cielos oyó sus angustias y empezó
en ellos un proceso de liberación, empezando por el llamado de Moisés para que
dirigiera estas operaciones divinas. (Ex 3: 1 – 10ss). Con mano poderosa Dios cumplió
su promesa de rescatarlos de ese yugo y llevarlos a una tierra que “fluya leche
y miel”. (Ex 12: 51)
El mundo está en turbulencia, las naciones viven en tensiones, hay temor
en las familias. Estamos viviendo tiempos angustiosos, donde el temor se ha
adueñado de cada persona. Todos andan con la extraña sensación a ser atacado, y agredidos. No hay sentimientos en el corazón de las personas, “todo
designio de los pensamientos del corazón de ellos ES de continuo solamente el
mal.” (Gen 6: 5). Este es el
panorama del día de hoy, días violentos y sombríos. No hay un mensaje
esperanzador. Las noticias que nos traen los medios de comunicación son tristes
y llenas de tragedias.
Mientras tanto, seguimos aguardando el día cuando Dios nos libere de
todos nuestros temores y angustias, “para que podamos
vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad.” (1. Tim 2: 2.)
Nuestra oración incesante es: ¡Dios,
escucha nuestro clamor! Seguros
estamos que “mi Dios suplirá todo lo que os
falta conforme a sus riquezas en gloria”. (Fil 4: 19.)