Hay muchas cosas que pueden quitar la paz de nuestra vida, que puede
debilitar nuestra fe, que pueden hundirnos en la desesperación, que
pueden incluso, hacernos sentir desilusión con Dios. El libro de los salmos, abunda en expresiones de gentes que sentían
que sus vidas estaban siendo víctima del desaliento, la enfermedad, de
los temores, del ataque de enemigos, en sí, sentían en sus vidas, la
lejanía de Dios.
VEAMOS:
6: 2, Ten misericordia de mí, Jehová, porque estoy enfermo;
sáname, Jehová, porque mis huesos se estremecen. 3 Mi alma también está muy turbada; y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?
7: 6, ¡Levántate, Jehová, en tu ira! ¡Álzate en contra de la furia
de mis angustiadores y despierta en favor mío el juicio que mandaste!
10: 12, ¡Levántate, Jehová Dios, alza tu mano! ¡No te olvides de los pobres!
En estos y muchos otros salmos mas, lo que encontramos son quejas,
lamentos, reclamos, llamados de auxilio y hasta frustraciones. Para
muchos de ellos, Dios estaba dormido y no aparecía por ningún lado
cuando ellos requerían de su ayuda y de su beneficio.
De seguro que tú alguna vez, has sentido la soledad, has sido presa
del temor del miedo, de la enfermedad y hasta de la muerte, y seguro
han cruzado por tu mente un sinfín de preguntas: ¿Por qué a mí? ¿Qué es
lo que quieres conmigo Señor? y te has desalentado, incluso has pensado
renunciar a tu vida de fe, alegando que tú que le sirves a Dios, pasas
por tantas dificultades y otros que hacen lo malo, andan más que bien,
que no les pica ni mosquito.
Déjame recordarte que todos los siervos y todas las siervas de Dios
que han puesto los pies sobre esta tierra, repito, todos pasaron por
momentos difíciles y dramáticos, no eres la única persona. Abraham,
Isaac, Jacob, José, Moisés todos han transitado la senda del desierto de
las afliciones y de duras pruebas.
El pueblo de Israel cuando Dios con mano fuerte lo saca de la
esclavitud de Egipto, no los llevo en aviones a la tierra prometida, los
llevo por medio del desierto donde fue sometido a duras pruebas, tan
fuertes, que ellos anhelaban volver otra vez a Egipto y no seguir en ese
desierto, ¿Qué te parece?
¿Qué contradicción verdad? Cuanto costó a Dios liberar al pueblo
para que ahora que ha alcanzado su liberación, lo introduzca a través
de un desierto hostil, plagado de miles de peligros. Dios pudo de una
vez por todas, utilizando su poder sobrenatural, llevar a su pueblo a la
tierra de las bendiciones en una nube y aterrizar en la tierra
prometida, pero no fue así, su propio pueblo, por quien el estaba
dispuesto a todo porque lo amaba, lo hizo pasar por este desierto de las
aflicciones. Y nos preguntamos, ¿Cuál fue el propósito?
Dios quería dejar a las futuras generaciones un ejemplo de lo que
implica seguirlo a él. No es una vida de comodidades la que Dios nos
ofrece, el nos dice que es necesario que pasemos por diferentes pruebas y
que nuestra fe, debe ser probada como el oro.
El pueblo en el desierto paso por diferentes etapas en su jornada, y
en cada etapa, encontraban un problema diferente, nunca se nos dice que
el pueblo llego al lugar que se habían fijado como meta, solo lo que
encontraban era una maraña de problemas: falta el agua, la comida, no
tienen ropas ni zapatos, murmuran, riñen unos contra otro, cuestionan
las decisiones de Dios. Esa fue la vida en el desierto.
Igualmente, cada creyente en Cristo tiene por delante ese desierto y
que necesariamente tiene que cruzar para llegar a la tierra de
provisión. En esa jornada, el creyente tiene que pasar por diferentes
etapas. Es en ese desierto donde te formaras para la vida eterna, esa es
la escuela preparatoria, es la primaria, es tu liceo, es tu universidad
es tu grado de especialización.
Así que no te desanimes cuando te encuentres envuelto en tantas
aflicciones. Tengo una palabra de Jesús que quiero compartir contigo.
Aunque su primera parte no es muy alentadora, la segunda parte si es de
estimulo y de mucha esperanza para los que viajamos a través de este
desierto de pruebas. Dice Jesús en su palabra: “…En el mundo tendréis
AFLICCIÓN…:
No es una buena oferta para quien se inicia en un trabajo, tampoco
para los que decidimos seguir a Jesús. Todos los que se acercaron a
Jesús para seguirlo, el Señor siempre le hacia estas recomendaciones:
“el que quiera venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, tome su cruz y
sígame”
Esa era la condición para todos. Así que quien quería seguirlo debía tener la certeza que su vida de allí en adelante, seria sometida
A DURAS PRUEBAS. Pero no te desanimes cualquiera sea la prueba porque
el promete: “…mas CONFIAD, yo he vencido al mundo”.(Jn 16: 33)
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