Juan 17: 23. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad,
para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado
Por: Misael Asarias Reyes Bonilla.
La Biblia
define con claridad lo que es la iglesia. El apóstol Pablo la describe como un
cuerpo donde cada miembro cumple su función específica.
Romanos 12:5: así nosotros, siendo muchos, somos un CUERPO en Cristo, y todos miembros los unos
de los otros.
Jesús
sabía que la gran victoria de la iglesia sobre el pecado y la conquista del
mundo; estaba fundamentada sobre la base de una unidad perfecta de sus
seguidores. Así lo expresa en su oración
por sus discípulos donde su énfasis fue la unidad.
Juan 17:
21 “para que todos sean uno…” v.23, “para
que sean perfectos en unidad…”
Durante
los primeros siglos, la iglesia fue un pueblo unido en todos sus aspectos, así
lo leemos en el libro de los hechos, Hechos 2:46: Y perseverando unánimes cada día en el
templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y SENCILLEZ de corazón. Era una mezcla perfecta de adoración y compañerismo.
Esa
unidad hacia brotar de sus corazones una alabanza sincera, un ministerio de
servicio para el pueblo y producía un impacto de avivamiento evangelistico sin
precedentes.
El
apóstol Pablo en la carta a los de Éfeso les exhortaba de la siguiente manera: “solícitos en guardar la UNIDAD del
Espíritu en el vínculo de la paz;…”
Al pasar
el tiempo parece ser que las influencias de lo moderno han mermado ese primer
amor en la iglesia ya que actualmente no
es la misma, todo ha cambiado de una manera estrepitosa. La iglesia ha suplantado
la verdadera adoración, por las emociones irracionales, ha cambiado las calles por la comodidad de los
templos y la solemnidad y la reverencia de la adoración por los espectáculos de
televisión que más que edificar, tienen un fuerte olor a mundo, a lo profano. Los “milagros” que supuestamente se realizan los ha tomado como bandera para hacer
publicidad a los “predicadores”
En el
mundo existen hoy, movimientos de todos los calibres, donde la gente tiene la opción de escoger el que
mejor se amolde a sus gustos e intereses, porque ya ese evangelio de compromiso
y sacrificios, eso no le gusta, prefieren el libertinaje que una adoración en
Espíritu y en verdad.
La
doctrina bíblica que sustentaba la fe de los creyentes; cada quien la
interpreta y la practica a su manera, ya no tenemos el mismo lenguaje ni la
misma línea que debe guiarnos.
Pablo le escribía
a la iglesia en Corintos; 1 Corintios 1:10: Os ruego,
pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos
una misma COSA, y que no
haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una
misma mente y en un mismo parecer.
Que lejos estamos hoy de
esta verdad, cada uno tomo su propio rumbo y construyo sus propias parcelas
denominacionales, con nombres, rótulos, etiquetas y enormes murallas donde los
de aquí no pueden entrar allá, y los de allá, no pueden venir para acá.
La situación se torna
difícil para alcanzar la unidad perfecta
de la que hablo el mismo Señor, ya que
ninguno de los supuestos líderes o jefes de esas de parcelas o denominación, no están dispuesto a ceder su puesto de
supremacía que tienen.
Mientras sigamos así, seguiremos
debilitados moral y espiritualmente y sin fuerzas para alcanzar la meta de
conquistar el mundo para Cristo. Si seguimos divididos, las almas seguirán
marchando al infierno sin esperanza y sin salvación y el diablo continuara riendo
de los creyentes.
Es hora de despertar del sueño y
levantarnos como un solo hombre y una sola mujer
en Cristo, desbaratar nuestros altares y
nuestros tronos donde nos hemos encumbrado y permitir que Cristo tome el
control, así la palabra de Cristo se hará realidad y habremos encontrado la fórmula
perfecta de unidad cristiana; “Yo en ellos, y tú
en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me
enviaste”
De esta manera el
mundo entenderá como en los primeros siglos, el poder y la unidad de una
iglesia triunfante
.
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