Rev.
Julio Ruiz, pastor
INTRODUCCIÓN: ¿Te has preguntado por qué Dios
espera venir a darnos ánimo justo cuando estamos viviendo el peor
momento de nuestras vidas? ¿Por qué no viene antes o por qué no viene después?
Bueno, el asunto es que Dios no tiene prisa, y en algunos casos hasta
retrasa su venida cuando hay alguna situación donde se esperaba su
presencia con urgencia. ¿Recuerda cuando murió Lázaro? Aunque él sabía de la
gravedad de su especial amigo, y de la muerte que venía en camino,
retrasó el viaje dos día más porque
su plan no era sanar al enfermo, sino resucitar al que moriría
(Jn.11). La razón por la que el Señor llega cuando más lo necesitamos, y no
tanto cuando nosotros queremos, es porque él tiene mejores cosas para darnos.
Así tenemos que al Señor las circunstancias no lo presionan ni lo toman por
sorpresa. En el caso de Pablo, cuando todo pareció estar en el punto más
crítico, Dios vino a él. Vino justo cuando sus pensamientos podrían estar
buscando alguna respuesta y cuando experimentaría el dolor del golpe
recibido. La aparición del Señor en aquella oscura cárcel fue la más importante
respuesta para aquellos que pensaban que Pablo era un desamparado a
quien nadie quería por ser muy malo. Nunca dudes de la capacidad de Dios
para venir a tu vida de acuerdo a cómo él lo ha programado. No podemos evitar sentirnos angustiados,
desilusionados y desanimados, pero Dios es capaz de proporcionar su luz
justo cuando más lo necesitamos. Confíe en el Señor que él enviará su
dirección cuando usted se sienta más confundido. Entonces, ¿por qué el
Señor no viene antes para darnos ánimo cuando pasamos por una crisis? ¿Qué
significa su activa presencia cuando estamos encerrados, sufriendo por
representar su nombre?
I.
DIOS SE HACE PRESENTE PARA ANIMARNOS EN LOS MOMENTOS DE MAYOR CRISIS
EN LA VIDA
1.
“A la noche siguiente se le presentó el Señor…” v.11. ¿Se dio cuenta de este detalle? El Señor no vino cuando Pablo pasó la
primera noche en el “hotel presidencial”, sino la segunda noche, cuando
ya tuvo tiempo de reflexionar, orar y descansar en el Señor. No sabemos qué
pensó Pablo en esa primera noche en la fortaleza, pero conociendo su carácter
no creemos que estuviera allí quejándose. No se preguntó si era la voluntad de
Dios haber ido a Jerusalén o si les hubiera hecho caso a sus amigos que le
rogaron que no fuera. Lo que si creemos es que él estaba convencido que aunque
estaba preso en esas cárceles romanas, no aptas para un ciudadano como él, el
Señor acudiría en cualquier momento para apoyarlo. Y así sucedió. Cuando usted
pasa por alguna crisis seguramente le gustaría contar en ese momento con
alguien muy especial, pero la verdad es que no siempre se da eso. Cuánto
desea un hijo o una hija la presencia de su madre o su padre en un
momento de crisis, pero nada es más confortable que al lugar donde padecemos
acuda el mismo Señor para fortalecernos y animarnos. Nada supera su presencia.
2. “Ten ánimo…” v. 11b. Aunque si bien es cierto que
Pablo tenía un carácter indoblegable (hablando ahora positivamente), él era un
ser humano. Y si el Señor le dijo que tuviera ánimo es muy probable que en esa
segunda noche Pablo estuviera desanimado. Pero, ¿qué pudo desanimar a un hombre
con su temple y talante? No fue por estar encerrado, pues ya había pasado por
eso con un ánimo que contagió a los demás presos (Hch. 16:11-40). Tampoco
estaba desanimado porque podían venir a cortarle la cabeza antes de tiempo,
pues ya había declarado hasta donde estaba dispuesto (Hch. 20:24). Es probable
que un eventual desánimo pudiera haber venido por la dureza de corazón de su
propia gente, quienes obstinadamente rechazaban el mensaje de la cruz. En
Romanos 9:1-3, Pablo habla de su amor y pasión por su gente, hasta querer
hacerse anatema para ganárselos a todos. Así que el Señor le dio las palabras
más importantes: “Ten ánimo,
así como lo has hecho bien en Jerusalén, también lo harás en Roma”. Las palabras “ten ánimo” son las
que necesitamos porque con frecuencia somos presa del terrible mal del
desánimo. En algunos este mal es más frecuente que en otros. Ten ánimo cuando
el médico te dé un mal diagnóstico, cuando pierda su trabajo, cuando te
reprueben en tus clases, cuando tenga una desilusión sentimental, cuando tu
estado inmigratorio no avance… tenga ánimo porque las mismas consolaciones
divinas que sostuvieron a Pablo, lo harán con usted. No se desanime porque a
usted lo respalda el mismo Dios que hizo los cielos. Aprópiese de su fortaleza
y avance.
II.
DIOS SE ACERCA PARA DAR ÁNIMO CUANDO POR SU CAUSA PADECEMOS
INJUSTAMENTE
1.
Golpeado por hablar bien v. 2, 3. La integridad se enfrentará
siempre con la arrogancia donde quiera sea exhibida. Tratar de callar un
testimonio intachable ha sido la tarea del enemigo, representado acá por este
malvado sumo sacerdote. Dice el comentarista Hacket que el método de silenciar al orador,
golpeándole en la boca, es común en el oriente hasta hoy día. Este
hombre, como juez que representaba a Dios, cometió un acto infame al mandar a
golpear a Pablo al principio de su defensa sin escuchar sus argumentos. Los
escritores de aquel tiempo describen la acción de Ananías como típica de un
hombre cruel y rapaz, completamente indigno de su oficio. Pero como se va a
notar, esta acción no silenció al hombre que estaba persuadido de seguir
hablando la palabra de Dios en presencia de estos religiosos, los intérpretes
de la ley. ¿Cuál hubiera sido su reacción si al comienzo de su testimonio le
den la bienvenida con un golpe en la boca? ¿Seguiría hablando? Hay tantas cosas
que producen el desánimo y el ser tratado injustamente es una de ellas. Frente
a esto, escuche la voz del Señor: “Ten ánimo”.
2.
Disculpando al ofensor v. 5. Pablo, cual boxeador dentro de un
ring, se había acostumbrado a recibir golpes de sus contrincantes donde se
daban sus debates teológicos. Y en Jerusalén estaban dadas las condiciones no
solo para ser golpeado sino también para ser asesinado. Lo primero que
hizo para provocar la ofensa fue mirar “fijamente al concilio”, con una mirada
de consciente integridad y coraje, como buscando dentro de ellos a alguien que
le reconociera para comprobar la calidad de su testimonio. Y fue, en efecto, la
presentación de un testimonio intachable que despertó la ira del sumo
sacerdote. “¿Por qué me golpeas?” o “¿Por qué abusas de tu autoridad?”, pudo
ser la pregunta de Pablo, sobre todo por la forma cómo recrimina al ofensor v.
3. Pero observe la capacitad de rectificación de este apóstol, sobre todo
cuando se dio cuenta que era el sumo sacerdote v. 5. ¿Cómo actuaría usted en
ese momento? ¿Qué tan rápido rectifica usted frente a una ofensa cometida? Al
final Pablo sabía que lo que él dijo (v. 3), Dios se encargaría de hacer
justicia. En la caída de Jerusalén, el año 70 d C, Ananías fue asesinado. No se
desanime si sufre injustamente, Dios no pasa por alto ni olvida las ofensas a
sus hijos.
III.
DIOS SE ACERCA PARA DARLE ÁNIMO CUANDO VE QUE USTED ES UN VALIENTE
CONFESANDO SU NOMBRE
1.
Predicando sobre la resurrección v. 6. Hay un mensaje que siempre
producirá reacción entre la gente y ese es el de la resurrección. Para algunos es
más fácil creer en la reencarnación que en la resurrección, sobre todo la que
ha sido anunciada y dejada por Cristo. Como Pablo era un maestro en el dominio
de todos los escenarios, después que fue golpeado se percató quiénes eran sus
oyentes, y con una audacia muy propia de su formación, produjo una división
entre los presentes, aprovechando que allí estaban los fariseos, sus antiguos
colegas. Así que Pablo, sabiendo las diferencias entre los fariseos y los
saduceos, pues mientras los fariseos creían en la resurrección y en la vida
futura, los saduceos rechazaban estas creencias, aprovechó el momento
para dividirlos. El resultado fue un reconocimiento a su favor, pues los
escribas tuvieron que decir: “Ningún
mal hallamos en este hombre…” v. 9. ¡Qué
veredicto para alguien que se llame cristiano! Cuando tenemos el coraje y la
valentía de hablar de la esperanza de la resurrección de Jesús, sin
avergonzarnos, ese mensaje causará división, pero al final escucharemos
las mismas palabras que le dijo el Señor a Pablo: “Ten ánimo…”. Que ninguno de nosotros padezca por
hacer el mal, pero si lo hacemos por predicar a Cristo, el Señor nos alentará a
seguir adelante.
2.
Aprovechando el momento v. 6. Ya hemos hablado de la crueldad y
el acto ilegal de este sumo sacerdote de golpear a Pablo cuando comenzó a
hablar. El verbo “golpear” que se utiliza acá es el mismo que Lucas
describe cuando Pablo fue atacado por una turba según Hechos 21:23,
y también es el mismo verbo que se usa para los golpes que le dieron los solados
a Jesús (Mt. 27:30). Por lo tanto aquello no fue una simple bofetada,
sino un embate encarnecido. El asunto es que un golpe de ese tipo era
humillante, capaz de producir el más grande desánimo y salir de aquel lugar
resentido. ¿Cómo habría reaccionado usted ante un golpe así? ¿Le darían ganas
de seguir hablando? Pero Pablo, como alguien que no quiere ni perder tiempo ni
pasar por alto el momento, se reviste de un gran coraje y valentía, y alzando
su voz para que supieran que nadie le hacía callar, predicó en el
concilio, el lugar más emblemático para hablar de Cristo. Simplemente aprovechó
el momento. Esta es la acción que más cuenta con el respaldo del cielo.
Quiero decir que la valentía, y no la cobardía para hablar del Señor sin
avergonzarse de su nombre, tiene el más completo respaldo de su presencia. ¿Se
ha preguntado por qué fue en la Gran Comisión que el Señor les dijo a sus
discípulos que estaría con ellos todos los días hasta el fin del mundo? Porque
es el trabajo que más demanda su protección y el traerá sus recompensa.
IV.
DIOS SE ACERCA PARA DARTE ÁNIMO CUANDO PERCIBE LOS PELIGROS QUE PUEDEN
ARRUINAR SUS PLANES
1. Salvado por el “tribuno”
v. 10. Pablo es un caso
insólito en la Biblia y especialmente en la historia de la iglesia del primer
siglo. Donde se hace presente hay conflicto, división, movimiento, soldados,
peligro, amenazas, celos, golpes, azotes y un sinfín de resultados
impredecibles. Ningún otro hombre despertó tantas pasiones y encendió la ira de
sus adversarios como él. Fue el hombre muy amado por sus discípulos, pero
extremadamente odiado por su propio pueblo. Este pasaje nos muestra a un
Pablo más seguro en la cárcel que fuera de ella. El peligro, pues,
era inminente. Pero es aquí donde interviene el Señor. Pablo pudo ser
“despedazado”, pero la pronta intervención de Dios a través del tribuno, logró
su escape. Hemos dicho que Dios se vale de todos los medios para lograr sus
fines. Me llama la atención, por ejemplo, que él usó algunos animales para
hablar, disciplinar y alimentar a sus siervos. Así tenemos que una asna le
habló a un profeta irreverente (Nm. 22:28). Unos cuervos alimentaron a un
profeta hambriento (1 Re. 17:6) Y un pez disciplinó a un profeta desobediente
(Jonás 1:17). Así, pues, no es extraño que ahora use a un importante oficial
romano para que salve a su apóstol. Dios conoce el peligro que nos acedia
y estará allí para liberarnos. ¡Anímese hermano!
2. Salvado por el sobrino v. 12, 16. ¿Se ha preguntado por qué Dios no envió
un ángel para destruir a los cuarenta hombres que se habían juramentado hasta
dar muerte a Pablo? o ¿por qué Dios usó a un muchacho? Bueno, por lo mismo que
hemos dicho. Dios es soberano y demuestra que no se le escapa nada al momento
de defender y alentar a sus hijos. Muchas cosas se han dicho de la aparición de
este sobrino de Pablo, pero el asunto es que vino justo cuando más lo
necesitaba. Y esto es el corazón de este
mensaje. Cuarenta hombres se habían hecho un juramento que incluía el ser
“anatemas” o malditos, hasta que dieran muerte a este hombre (v.
13). ¿No era esto una exageración así, como el plan que tramaron contra un
inofensivo apóstol? Pero Dios puso al sobrino de Pablo en el momento cuando él
estaba en el mayor peligro. Con esto quedó comprobado que hasta ahora
nadie ha estropeado el plan de salvación que Dios ha diseñó para que se
predique su evangelio. Los hombres de Dios mueren cuando él quiere, no cuando
otros lo planifiquen. Cuando Dios se acerca y nos dice: “Ten ánimo…”, es
porque sabe que nada ni nadie podrá arruinar nuestras vidas, ni el propósito
que el Señor tiene con ellas.
CONCLUSIÓN: Justo cuando más necesitó del Señor,
Pablo contó con él v. 11. Lo primero que el Señor hizo fue venir
personalmente. No envió a uno de sus mejores ángeles, sino que vino en
persona. Vea que vino de noche, eso significa cuando la prueba era más adversa.
Él no vino para cuestionarlo por no haber hecho caso a las advertencias de
ir a Jerusalén, sino para animarlo a seguir adelante. Estas fueron sus
palabras: “…como has
testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en
Roma”. Amados hermanos, cuando nos comprometemos con
el Señor, él se compromete con nosotros: “Nunca
te desampararé, ni te dejaré” (He. 13:5,6), nos dice la bendita promesa. ¿Qué le
desamina ahora? ¿Hay alguna prueba que lo ha llevado a sentirse preso y
se encuentra en el más fuerte sufrimiento? Saque el coraje que hay en usted,
pues así como ha sido fiel hasta ahora, la meta es serlo hasta la muerte. La promesa es que el
Cristo que nos da la victoria hoy, nos las dará en el futuro.
Amén.