Por: Misael Asarias Reyes Bonilla
Cita Bíblica: Génesis 4: 3 – 5, 8
3. Y
aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda
a Jehová.
4. Y
Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas.
Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;
5. pero
no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera,
y decayó su semblante.
8. Y dijo Caín a su
hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo,
Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.
Indudablemente que el pecado tiene sus
consecuencias y sus secuelas. Es una epidemia que empezó por un hombre y se
transmitió a toda la raza humana. El pecado es lo opuesto a la santidad.
El
pecado rompe la relación con Dios y sumerge al hombre en un abismo del cual no
puede salir, a menos que este decida romper con esa maldición al fijar sus ojos
en Cristo.
Alejarnos de la guía que Dios ha establecido
para que andemos en nueva vida, es como conducir un auto con los ojos vendados
o como lanzarse de un avión sin paracaídas.
Cuando la primera pareja quito los ojos de su
creador y opto por probar nuevas experiencias materiales, empezó el gran
problema. Cuando Caín quito los ojos de Dios y se enalteció por su ofrenda, dio
paso a los celos amargos y termino derramando la sangre de su propio hermano.
Lo que había sido creado con tanta dedicación, de un momento a otro es opacado,
primero con el pecado de Adán y Eva y luego el pecado de Caín.
Hoy, las familias sufren los embates del
enemigo. Su objetivo ha sido siempre la familia y sobre todo aquellas que están
siendo formadas bajos principios espirituales. Por eso vemos familias
enfrentadas en riñas que terminan muchas veces en desenlaces fatales.
Esposos
enfrentados por cuestiones triviales, hijos rebeldes que no respetan sus padres.
Es una situación muy difícil por la que atraviesa esa institución creada por
Dios llamada familia.
Dios aún sigue amando la familia, no solo a
aquellas que hacen su voluntad y le sirven, sino también a aquellas que han
violentando sus leches y sus mandamientos. El sigue en busca de esa familia que
cual oveja ha dejado el redil. Él quiere salvarte de ese despeñadero donde te
encuentras ahora, tomarte entre sus brazos y traerte al redil para curar tus
heridas e integrarte a su comunidad de amor.