POR:
MISAEL A. REYES
BONILLA.
CITA BÍBLICA:
Mateo 5:11, 12.
"Dichosos serán ustedes cuando por mi causa
la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de
calumnias. 12. Alégrense y
llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así
también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes”.
Cuando escuchamos la
palabra SUFRIMIENTO la asociamos inmediatamente con todo aquello que altere el
normal funcionamiento de nuestro organismo.
En este momento mientras
lees esta reflexión, hay millones en el mundo que están pasando por el
sufrimiento de una penosa enfermedad, la muerte de un ser querido, un divorcio,
una deuda, la hipoteca de tu casa, problemas familiares. Esto sin duda que crea
un estado de angustia e inestabilidad emocional que muchas veces conducen a
situaciones penosas y lamentables.
Cada uno de nosotros
alguna vez en la vida, ha pasado por el sendero espinoso del sufrimiento; algunos
con mayor o menor intensidad que otros. Eso
es normal y nadie es inmune de caer en este tipo de problemas. Algunos
pueden superarlo y sobreponerse, otros en cambio, no, optando por las
soluciones rápidas y dolorosas.
Jesús no estuvo ajeno al
problema del sufrimiento, es mas, fue el
tema central de su ministerio. Isaias lo dijo muchos años antes de su
nacimiento. La referencia a este hecho profético lo encontramos en el evangelio
de Lucas 4:18: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en
libertad a los oprimidos”.
En
su discurso en la ladera de la montaña, en los primeros 12 versiculos del
capitulo 5 de Mateo; Jesús hizo alusión
a los pobres, a los que lloran, a los que tienen hambre y sed de justicia,… los
perseguidos. Es decir, el enfoque de su misión en la tierra, tuvo que ver con
el problema del sufrimiento, de hecho, su sufrimiento fue para dar consuelo a
los que sufren.
El
problema del dolor ha sido desde siempre. Desde el mismo instante de venir a
este mundo nuestra vida comienza a sentir los ataques del sufrimiento que para
algunos no termina ni con la muerte.
El
sufrimiento puede ser físico producto de enfermedades, también puede ser
causado por cuestiones emocionales como la ruptura de una relación matrimonial
o noviazgo o también puede ser espiritual o por cuestiones de tus
convicciones.
Me
quiero referir a este último tipo de sufrimiento. Los dos primeros nunca
quisiéramos que llegaran y casi no lo aceptamos. Ambos dejan heridas y huellas
que no se olvidan fácilmente. Pero cuando sufrimos por nuestras convicciones,
aunque sintamos el rigor del látigo en nuestra humanidad, hay una paz interna
que nos da fuerza para soportar y si es posible pagar con la vida.
Jesús
alerto a quienes querían venir a el que la decisión de seguirle, no sería
fácil, implicaba una renuncia a todo, aun a su propia vida. El sufrimiento para
ellos sería su sello de identidad con Jesús. Seguir a Jesús era transitar
también la senda del sufrimiento que el transito.
Para
Pablo el sufrimiento mas que un dolor momentáneo; significaba su propia identidad
con los sufrimientos de Cristo, con su muerte y con su ministerio. Desde que
Cristo le llamo a su ministerio, su vida fue marcada por los mas penosos
sufrimientos, sin embargo en ningún momento encontramos a Pablo quejarse de su elección, mas bien, era motivo de orgullo sufrir por Cristo. Asi se lo
hace saber a los Corintos cuando les escribe en su segunda carta.
2.
Corintios 1:5. Pues así como participamos abundantemente
en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante
consuelo. 6. Si sufrimos,
es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y si somos consolados, es para
que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los
mismos sufrimientos que nosotros padecemos. 7. Firme es la esperanza que tenemos en
cuanto a ustedes, porque sabemos que así como participan de nuestros
sufrimientos, así también participan de nuestro consuelo.
El príncipe de los
predicadores, Charles Spurgeon en una de sus celebres frases escribe lo
siguiente:." "En
el cielo no habrá nadie llevando coronas
que no haya llevado la cruz acá abajo (Charles H. Spurgeon).
El Señor Jesús nos
dice cual es la recompensa de aquellos que sufren por el reino de Dios: "Dichosos serán ustedes cuando por mi causa
la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de
calumnias. 12. Alégrense y
llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así
también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes”. (Mateo 5:11, 12.)
Hoy dia hay muchos “grandes predicadores” que se jactan de sufrir por
Cristo, pero duermen en hoteles lujosos y no entre las rejas de una prisión,
viajan por el mundo en modernos aviones realizando cruzadas, pero no lo hacen
pidiendo prestado un burrito o en frágiles embarcaciones en medio de mares
tormentosos.
Si has comprometido tu vida a Cristo para seguirlo recuerda que los
sufrimientos te acompañaran siempre y serán tu identidad con el. Si estas
sufriendo por su nombre recuerda estas palabras del apóstol Pablo en su segunda
carta a los Corintos.
4: 16. Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario,
aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras
día. 17. Pues los
sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna
que vale muchísimo más que todo sufrimiento. 18. Así que no nos fijamos en lo visible
sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no
se ve es eterno.