Más que un factor legislativo, el discípulo de Jesucristo
necesita ver la gran comisión como el anhelo para su ministerio. En mundo
motivado por valores transitorios, le resultara alarmante ver hombres
totalmente entregados a una causa, cual único interés es el bienestar de
quienes le rodean. El evangelio se halla comisionado, para quienes desplazan
sus intereses personales y se dedican a ministrar la verdad de Cristo. Jesús
dijo a sus seguidores: Venid en pos de mi, y os hare pescadores de hombres.[1]
La misión del evangelio descansa en hombres fieles,
dispuesto a enseñar a otros fieles para que estos a su vez, prosigan la
dirección trazada por Jesucristo. El mandato de Jesús a sus discípulos,
centraliza la necesidad de proclamar la salvación de Dios. Ir en nombre del
Maestro, presupone la pasión de su mandato para la proclamación; por demás, en
lugar de redefinir en cuál lista de prioridades se halla la predicación,
debemos testificar con urgencia.
Las Escrituras presentan a Jesús, dedicado a sus
seguidores para ministrar a sus vidas los valores del reino revelándoles a su
vez, el carácter de un bienaventurado.[2] Un vistazo al libro de mateo en la gran comisión, da a conocer
que el maestro más que un simple envió, está llamando hombres a establecer
compromisos duraderos. Los predicados de salvación, deben estar consientes de
las implicaciones y el precio establecido. Un solo seguidor de Jesús, que haya considerado
el orden del evangelio como aspecto secundario, tendrá como resultado un no
apto para la misión. [3]
La misión encomendada por Jesucristo reta al predicador, más que
a predicar, a discipular el nuevo creyente hasta su madurez. Muchos pensamos en
sembrar en comunidades enteras, para después dejar el resto dedicado a la
cosecha, creyendo que por ello el galardón será mayor. En cambio, todo parece
indicar que, el desafío es invitar al nuevo nacimiento en Jesucristo, para más
tarde dedicarle la atención en su crecimiento.
Una mente como la nuestra predispuesta a la cuenta y los
números, por regla general halla anormal un solo convertido a Jesucristo, para
más tarde invertir el tiempo en su formación. Sin embargo, el ministerio de
Jesús y sus discípulos, hacia el endemoniado gadareno, nos manifiesta la
necesidad de evangelizar tanto de forma personal como en masas.
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