POR: MISAEL REYES
TEXTO BIBLICO: GENESIS
11:
1. Tenía entonces toda la tierra una sola
lengua y unas mismas palabras 2. Aconteció que cuando salieron de oriente,
hallaron una llanura… y se establecieron allí. 4. Después dijeron: “vamos, edifiquémonos
una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre…” 6.
Y dijo Jehová: “el pueblo es uno, y todos estos tienen un mismo lenguaje; han
comenzado la obra y nada los hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.
7. Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno
entienda a su compañero”9. Por eso se la llamó babel, porque allí confundió Jehová
el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda
la tierra
Los que se
establecieron en la llanura de Sinar, fueron los descendientes de los
hijos de Noé. (10: 32) A cada uno de ellos le fue asignado su territorio por
familias y lenguas. (10: 31) Los descendientes de Jafet poblaron las costas,
los descendientes de Cam ocuparon diferentes territorios en la tierra de Sinar,
Gaza, en dirección a Sodoma y Gomorra, los hijos de Sem del cual
vendría Cristo, se establecieron desde Mesa hasta la región montañosa del
oriente.
Un día, por unanimidad, deciden construir en esa llanura una ciudad cuyo
centro de atracción seria una mega construcción: UNA TORRE CUYA CUSPIDE
LLEGARIA AL CIELO. Ellos no estaban jugando, estaban decididos a
terminarla y a cumplir sus propósitos. Si el mismo Dios no desciende y confunde
allí su lengua, hoy en día se hubiesen hecho muchos programas de televisión
para mostrar la majestuosidad de esa estructura.
Hay aquí muchas lecciones que podemos aprender para nuestra edificación y
nuestro crecimiento cristiano.
Babel significa, confusión. Las gentes que ocuparon estas llanuras, eran
descendientes de Noé. Cuando este sale del arca con su familia, el mandato que
recibe de Dios fue: “Fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra” (8: 17) En
ese sentido, ellos iban en cumplimiento de esa misión.
Ahora bien, si aplicamos este pasaje a la iglesia de Cristo,
hay cierta similitud en estas dos situaciones. La Biblia dice que a los
creyentes se les dio el mandamiento de llenar el mundo con el mensaje de
Cristo. (Mateo 28: 19, 20).
Hace ya muchos siglos que los hijos de Dios hemos entrado en esa llanura
que es el mundo, en cumplimiento de la orden divina. Los
descendientes de Noé, eran un solo pueblo y tenían un solo lenguaje.
La Palabra de Dios nos dice que la iglesia es un solo pueblo. “Porque él es
nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de
separación,…” (Efesios 2: 14)
Que todos debemos hablar una misma cosa. “Os ruego,
pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos
una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis
perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. (1ª Cor. 1: 10)
Ser de un mismo sentir. “Finalmente, sed todos de
un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos,
amigables; (1ª Pedro 3: 8; 2ª Por lo demás, hermanos,
tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y
el Dios de paz y de amor estará con vosotros. (Cor. 13: 11)
Guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu
en el vínculo de la paz; (Efesios 4: 3).
Conocemos todas estas cosas desde el principio y hemos andado en ellas.
De repente, comenzaron a fluir en nuestras mentes la idea de empezar a construir
también nuestras torres, y comenzaron a existir las tribus y nos dividimos en territorios
denominacionales y nos hemos aislado marcando nuestras fronteras. Se
confundió nuestra lengua, no nos entendemos, y ya
no hablamos el mismo lenguaje, y hemos entrado en una confusión
tremenda que aleja a las gentes de Cristo, y en vez de contribuir a la
extensión del Reino de Dios en la tierra, lo que hemos conseguido es
debilitarlo.
¿No le parece que la escena de Babel se asemeja a algo que llaman iglesia? ¿No
le parece que estamos viviendo en una Babel moderna que se llama la iglesia? Parece
que la unidad por la cual oro Cristo antes de su muerte, sigue siendo un sueño
no hecho realidad.
Que Dios nos permita reencontrar el rumbo y cruzarnos otra vez en el
camino que perdimos. Que podamos mancomunar nuestros esfuerzos por amor a un
mundo que gime y se hunde cada día en el pecado. Dejemos ya a Babel, es decir,
la confusión reinante y pidámosle a Dios “alimento sólido
para alcanzar la madurez y ejercitar nuestros sentidos en el discernimiento del
bien y del mal” (Hebreos 5: 14)