Rev.
Julio Ruiz, pastor
Mensajes
sobre Filipenses
EL PROGRESO DEL EVANGELIO
(Filipenses 1:12-20)
INTRODUCCIÓN: El hombre
que habló del “progreso del evangelio” v. 12, no fue uno de los modernos “apóstoles”
con su “evangelio de la prosperidad”. Más bien fue uno que vio crecer y
progresar el evangelio a través del
sufrimiento por ser un preso del Señor. Para
este hombre, todos los padecimientos que vivió, fueron las oportunidades para
que el evangelio avanzara. ¿Fue Pablo un fracaso? ¿Creyeron los de su tiempo
que por ponerle preso también encerrarían al evangelio? ¡No! Él ha dicho lo
contrario v. 12. Todo lo de Pablo fue
grande, por eso habla de un evangelio que progresa. Como apóstol, fue el más grande, aunque se
consideró como un “abortivo”; el más pequeño de todos. Como pecador, él se declaró
el más grande de todos y “como el primero” en la lista. Como perseguidor de la
iglesia, nadie tuvo más celo que él. En lo que respecta su conversión, nadie ha
tenido una tan dramática como la suya.
Si lo tuviéramos que tomar como un cristiano cualquiera, Pablo
simplemente fue extraordinario. Su experiencia fue tan profunda que llegó hasta
el tercer cielo. Nadie como él para llegar a amar a su Maestro. No dudó en
mencionar que él era poseedor de la gracia del Señor como ningún otro hombre en
la tierra. Y cuando lo tenemos que ubicar como predicador de la Palabra, él
sobresale como el auténtico “príncipe de los predicadores”. Fue apóstol a los
gentiles, fundando innumerables iglesias y escribiendo casi la mitad del Nuevo
Testamento. Su pasión por el Señor le llevó a llenarlo todo con el evangelio,
tanto que ni los reyes y emperadores se escaparon en oír que para él,
Jesucristo era el Señor. Pablo nunca
concibió su vida como la de un derrotado. Su visión fue siempre de progreso. Su
más grande deseo era que el evangelio progresara, aunque por eso tuviera que
sufrir. Muy amados hermanos, el “progreso del evangelio” es lo que
realmente debiera importarle a un creyente. Le voy a decir esto: Si todo lo que somos,
hacemos y nos sucede, no contribuye para el progreso del evangelio, debiéramos
preguntarnos para qué fuimos salvos. Si mis estudios, trabajo, bienes… es para
mi propio progreso, de qué me sirve la vida cristiana. A luz de este pasaje veamos
qué es lo que hace que el evangelio progrese.
I.
EL EVANGELIO PROGRESA CUANDO PERMITIMOS
QUE DIOS USE NUESTRA PROPIA ADVERSIDAD
1.
Preso el mensajero, pero libre la palabra. Pablo nunca
usaría la pregunta “por qué” me sucedió todo esto, sino “para qué” me es este
sufrimiento. Ninguna adversidad la
consideró como una derrota. Desde la misma cárcel les dice a los atribulados
filipenses que todas las cosas que le están pasando son una gran oportunidad
para el avance del evangelio. Pablo sabía que estaba preso, lo cual no fue la
primera vez, pero esa adversidad la usó Dios para su propio reino. Seguramente
los filipenses estaban muy preocupados porque estarían maltratando al pobre
Pablo, pero él les dice: “Quiero que sepáis…”, como una forma de decir “no se
preocupen por lo que están pensando, yo estoy bien, pues Dios
está usando mi adversidad para hablar de él”. ¿Qué era lo que sucedía con Pablo? Cada
soldado era un verdugo, pero también era un oyente cautivo.
Diariamente
había por lo menos cuatro soldados que recibían el mensaje de salvación y eran
portadores de las buenas nuevas a otros soldados y a sus propias familias. Así
que Pablo estaba preso pero no la palabra. Amados, es así como progresa el
evangelio. ¿Qué hace usted con su adversidad? ¿La convierte en bendición? Cuantos pueden
conocer al Señor por su sufrimiento.
2.
Todo ayuda para bien. Pablo fue quien escribió Romanos
8:28. Así que si alguien conoció el
valor de ese texto, fue su propio autor. Nadie como él para distinguir entre
una cadena y otra de las que arrastraba. Por causa del Señor él era un preso en
cadenas. Aunque su celda era una casa alquilada, y no un calabozo, estaba
conectado a soldados con cadenas 24 horas al día. No era fácil para un hombre
con esa pasión por el perdido, estar en cadenas. Sin embargo, eso no impidió
que cada soldado y posterior reyes, conocieran del evangelio. Pablo convirtió su adversidad
en triunfo. La historia está llena de testimonios sobre cómo Dios ha
usado el sufrimiento de algún creyente para que el evangelio avance. “La sangre
de los mártires es semilla de cristianos” es la frase que ha hecho el gran
progreso del evangelio como una referencia obligada al hablar cómo Dios usa las
cosas para bien. Toda adversidad
cristiana debiera contribuir para el progreso del evangelio. Hay flores que
cuando se le pisan expanden mejor su aroma. Todo el cuartel de la guardia de
honor romana conoció del evangelio por las cadenas de Pablo v. 12. “Y sabemos
que a los que amamos a Dios todas las cosas ayudan para bien”.
II.
EL
EVANGELIO PROGRESA CUANDO TENEMOS UNA DISPOSICIÓN DEL ÁNIMO PARA COMPARTIR LA
FE
1.
Hay que cobrar ánimo v. 14. Este es un texto extraordinario. La
aflicción no siempre produce ánimo. La verdad es otra. Conozco muchos creyentes
que viven derrotados. Las adversidades de sus seres más cercanos o la de ellos
mismos, les cambia sus rostros y los hacen
creyentes tristes e improductivos. Pero note la diferencia con los
hermanos de Filipos. Pablo deja constancia de la forma cómo ellos cambiaron de
actitud cuando escucharon de su informe y la manera cómo Dios lo estaba usando.
Mis amados si algo debiera poseer el creyente es ánimo. Tenemos un gran déficit de ánimo en nuestras
vidas. El desánimo pareciera ser la nota distintiva en algunos seguidores del
Señor. La pasión por el Señor en algunos no es sino “un tizón que apenas
humea”. Alguien ha dicho que “es muy
difícil contagiar salud, pero qué fácil es contagiar enfermedad”. El creyente
debe ser alguien que siempre esté cobrando ánimo. Ese es el mejor contagio que
necesitamos. El progreso del evangelio va más rápido cuando el ánimo es
notorio. Cuando Israel estaba en la gran encrucijada de su vida después de
haber salido de Egipto, Moisés les arengó de esta manera: “No temáis; estad firmes, y ved la salvación que
Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca
más para siempre los veréis” (Ex. 14:13). Las
victorias cristianas solo se logran con un ánimo resuelto. Eso no lo detiene
nadie.
2. Hay que atreverse mucho más v. 14b. Los hermanos filipenses después que cobraron ánimo fueron audaces, osados y atrevidos para
anunciar el evangelio. “Atreverse mucho más” es el secreto del crecimiento. La
verdad es que una iglesia no crece si no tiene hermanos atrevidos que durante
la semana están hablando de Cristo. Vemos como los hijos de las tinieblas son
más sagaces que los hijos de la luz. Observe usted cuán atrevidos son los
Testigos de Jehová o los mormones. ¿Ha visto usted el empeño con el que ellos
salen a vender sus productos? Observe cuán atrevidos están siendo los musulmanes. A ellos no les
importa orar varias veces al día a
delante de quien sea, a su insignificante dios. ¿Y qué pasa con los que hemos
recibido de parte de Dios una salvación tan grande y la gran comisión para
predicar el evangelio? ¿Somos atrevidos en hablarle a nuestros compañeros de
trabajo, de estudio, de negocio o
vecinos? Mire el caso bíblico donde un grupo de hermanos se atrevieron mucho
más y dio como resultado el nacimiento de la iglesia de Antioquia (Hch. 11:20).
El progreso del evangelio tiene que ver con la palabra “atreverse”. “Hablar la
palabra sin temor” es un riesgo que todos debemos correr.
III.
EL EVANGELIO PROGRESA CUANDO CONFRONTAMOS
LOS VERDADEROS MOTIVOS DE LA PREDICACION.
1. Predicar por envidia v. 15. En medio del reconocimiento que Pablo hace aquellos
hermanos que estaban animados y atrevidos compartiendo la palabra, también
descubre a un grupo que estaban haciendo las cosas por envidia. ¿Cómo se
entiende esto? Al parecer se planteó una rivalidad entre los dos grupos y
también con Pablo. Las iglesias han encarado la rivalidad por años y ` parecen
no escapar al tipo de motivación con que se hacen las cosas para el Señor. Lo
que llama aquí la atención es que este feo pecado aparezca dentro de la
predicación de la palabra. Ese grupo no estaba anunciando a otro Cristo como
sucedió entre los gálatas. No eran seudos creyentes. Eran hermanos legítimos
que tenían la misma fe y predicaban al mismo Cristo. ¿Cuál era su problema? Que
estaban predicando a Cristo por envidia.
Ellos tenían una motivación incorrecta. Mis amados hermanos, Satanás ha usado
este pecado entre los hermanos desde el principio. ¿No fue este el pecado por
el que Caín mató a su hermano Abel? Se ha dicho que los envidiosos son aquellos
que se sienten molestos ante el éxito de sus amigos. Y esto era lo que pasaba
con aquel grupo de los filipenses. El éxito de Pablo era muy grande, por lo
tanto eso despertó en ellos envidia y predicaban con una falsa motivación. ¿Siente envidia por la forma cómo otros hacen
las cosas? La envidia debe ser confrontada. Ese pecado detiene el evangelio.
2.
Predicar por contienda v. 15b. Al pecado de la envidia, Pablo añade la
contienda. La verdad que esto pareciera una contradicción de términos. ¿Cómo
explicar que alguien se dedique a predicar a Cristo por contienda? Cuando se
hacen las cosas por contienda se alimenta una baja pasión conocida como el
egoísmo. Es triste pensar que así como el amor y la unidad van juntos, también
la envidia y la contienda con amigas inseparables. Se ha pensado siempre que la
iglesia a los filipenses era un modelo de virtudes, como el gozo y la
generosidad, pero como en toda iglesia, la presencia de estos feos pecados
también se hizo presente. Tan grande fue el asunto que en el siguiente capítulo
Pablo va poner más evidencia esta situación en la vida de la iglesia. Así que,
dentro de uno de los más grandes capítulos de la Biblia, él va a decir esto: “Nada hagáis por contienda
o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como
superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual
también por lo de los otros” (Fil. 2:3, 4). Cuando
somos confrontamos y corregidos con estas palabras para revisar las verdaderas
motivaciones con la que le servimos al Señor, predicaremos al Señor sin estos
feos pecados del alma y haremos más grande progreso al evangelio.
Ilustración:
La historia nos dice que John Wesley y George Whitefield fueron dos grandes
predicadores ingleses, pero con profundos desacuerdos en asuntos doctrinales.
Un día alguien le preguntó a Wesley si espera ver a Whitefiel en el cielo, a lo
que éste respondió: “No lo creo”. “Entonces Whitefiel no fue salvo”, dijo el
hombre. “Por supuesto que él fue un hombre convertido”, dijo Wesley. “Pero no
voy a esperar verlo en el cielo, porque él estará muy cerca del trono de Dios y
yo estaré muy lejos de allí”. He aquí la
verdadera motivación para predicar.
IV.
EL EVANGELIO
PROGRESA CUANDO PARA MÍ EL VIVIR ES CRISTO Y EL MORIR ES GANANCIA v. 21
Pablo
comenzó diciendo que los sufrimientos por los que estaba pasando estaban
contribuyendo para el progreso del evangelio. Esto puso de manifiesto el lugar
que Jesucristo ocupaba en el corazón de este distinguido apóstol. De modo,
pues, que no fue raro que Pablo pronunciara uno de los textos que más revolucionan
la mente de todo lector. Para este hombre de Dios, la muerte era la mejor cosa
que le podía pasar. Así que Pablo no le tenía temor a ella, la cual, por
cierto, estaba segura allí en Roma. Pablo no sabía con qué muerte iba a
glorificar a Cristo, pero estando en Roma, y teniendo a Nerón como el verdugo
del reino, cualquier muerte atroz podía venir. Pero mire lo que dice el texto
v. 21. “Vivir en Cristo” y para Cristo es el secreto del progreso del
evangelio. Para muchos, la muerte es el
fin de todos, para el creyente es su mejor ganancia. Para el cristiano, su
preocupación debe ser vivir para Cristo. Quien esto hace, toda su vida se
transforma en un testimonio vivo y con ello el continuo progreso del evangelio.
¿Es así nuestra vida? ¿Cuál es mi contribución para el progreso del evangelio?
¿Qué hago para que avance?
CONCLUSIÓN:
El resumen que Pablo hace a sus hermanos filipenses para que en todo trabajan para el progreso del
evangelio, lo presenta en este texto final: “Solamente
que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que
vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un
mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio…” v. 27. Este es el testimonio que toda iglesia
debiera presentar para que la proclamación del evangelio no se detenga. Este es
el espíritu que hace posible la victoria y el progreso del evangelio.
¿Cuál es su parte para que el evangelio
progrese?